Estimado Dr. Gonzalo Lizardo:
Estuve revisando las observaciones y
sugerencias que me envío hace dos semanas, sobre el trabajo de edición
litúrgica que actualmente me devuelve el sueño. Al respecto, quisiera expresarle
algunas ideas que me suscitaron sus revisiones y conjeturas. Debo aclarar que
últimamente le he dado vueltas al encuentro entre las corrientes helénicas y
judeocristianas, junto con la reelaboración o reescritura de los mitos y
símbolos. Así, obras como el libro de Ezequiel,
el Apocalipsis de San Juan, El Testamento de Salomón, la Divina Comedia de Dante, El asno de oro de Apuleyo o la Eneida de Virgilio, mantienen una singularidad:
son libros de “La Revelación” o el “Viaje Iniciático. La develación de un
secreto (siendo este el secreto por el secreto, el secreto de la no existencia
del secreto; y por tanto más vale morir por el secreto que saber el secreto sin
secreto) plantea encuentros simbólicos como ordenamientos o precisiones, que no
son más que las direcciones del [los] sentido[s].
Fréderic Monneyron y Joël Thomas (alumnos de Gilbert Durand) argumentan (parafraseo)
que el secreto no reside en la ceguera del héroe, sino es la búsqueda por
aprender a leer los símbolos, en suma, una educación
de la mirada. Así, el símbolo se protege a sí mismo, al ser un lenguaje
cifrado, se revela a la vez que se oculta.
La respuesta que se da en ciertas sociedades iniciáticas es
“No sé leer, ni escribir”, un paso evidente del iniciado en la educación de su
mirada y el aprendizaje de leer los símbolos, para conocer el mito. A eso
corresponde la acción litúrgica, pues se plasma de vinculaciones iconográficas
que recuerdan el camino de “El muerto” y el paso palingenésico con un fin
claro: si el símbolo marca diversos sentidos (Ricoeur diría que es el signo con
mayor excedente de sentido), lo litúrgico y el catecismo establecen un sentido
único. La comparación de Apolonio de Tiana, Jesús, Abraham y Orfeo, ahora
nombrados ‘arquetipos’, cercanos a un desmembramiento y/o banquete, son la
creación de un ‘héroe civilizador’ que enseña a leer y a escribir.
Sin más por el momento, le
acuso de recibido su trabajo de edición de Matías Ximenes y el Tratado de los proyectos veniales. He
asistido a su lectura y créame, son más las puertas abiertas que certezas en
ese largo camino de dilucidar los límites de la Literatura. Un abrazo, saludos.
S. L.
Rodas, 20 de diciembre 2013.
Posdata: El Dr. A. B. Yaneda, de la
URV de Tarragona, me escribió la semana pasada. Dice tener noticias sobre tres
libros prohibidos en la España del siglo XVII. También me dijo que me enviará
un ejemplar de Reglas y constituciones
que han de guardar los señores inquisidores..., de un tal Pedro de Icaza.
En cuanto lo tenga, le remitiré a su cubículo una copia con comentarios.
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