7.03.2015

El conjunto salomónico y el trono español



Véase en Periódico Imagen.

Los símbolos entorno a Salomón, su templo y trono son referentes del Antiguo Testamento con enormes proyecciones y reinterpretaciones. Para la tradición judeocristiana, se entendió la construcción del templo y el sitial bajo la distinción de dos genealogías –sistemas de valores–, que legitimaban discursos: la de Seth y la de Caín. Bajo los planos divinos, edificar la casa y situar el trono constituyeron el reflejo y grandeza del reino, en juego de correspondencias. Con Felipe II mencionados símbolos alcanzaron su apoteosis máxima; por la edificación del palacio San Lorenzo El Escorial, se le conoció como “El Salomón”. La obra estableció un verdadero modelo de residencia política en la Europa Moderna, inspirado en el ciclo salomónico. Los textos exegéticos más relevantes sobre Reyes y Crónicas se escribieron en ese periodo. Así, al rey español se le emparentó con la casa de piedra de Bethel. En la jura real a Luis I en 1724, fray José de Arlegui Definidor de la Santa Provincia San Francisco de los Zacatecas especificaba la forma en la que debía constituirse el joven monarca. En el recurso de la exempla, explicaba cómo Salomón promovió un trono con dos leones en cifra de su poder: “En cuya maravillosa fábrica, no sólo afianzó su Reino y su Corona, porque en ella ostentó su poder y sabiduría, sino que se enseñoreó y engrandeció sobre todos los reyes de la Tierra”. Fray José de Arlegui establecía similitudes entre el Luis I y Salomón; se trataban de reyes dialogantes directos con la divinidad, que con el plano autorizado construían el templo de la Jerusalén Celestial. Primó la genealogía Seth, al punto de establecer al pueblo español como a nueva elección del “Innombrable”. El trono, el templo y el rey siguieron tal dinámica interpretativa, hasta principios del siglo XIX. Aún persiste el trono, en el Palacio Real de Madrid, con los leones salomónicos; sin embargo el rey ya no puede sentarse, debido a las concepciones política-simbólicas a partir del 1812. La genealogía que dio marcha fue la de Caín: constructores que, con sus propios planos, labran la piedra para edificar al Templo de Salomón.

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