Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.
Sin lugar a dudas la figura poética
más prominente de la segunda mitad del siglo XVII en la Nueva España es Sor
Juana Inés de la Cruz. Lo comprueba su Primero
Sueño, sus sonetos, sus romances, la delicada retórica o los poemas que
elogian el amor al conocimiento, por encima del amor mundano.
Dos zacatecanos estuvieron cerca de las redes culturales de
Juana de Asbaje. El primero el jesuita fresnillense Antonio Núñez de Miranda,
su confesor, quien luego de ser una figura plenamente allegada y benefactora,
tuvo un distanciamiento con la poetisa por varias polémicas.
Otro personaje destaca, por su cercanía, relación y difusión
de la obra de Sor Juana: el zacatecano Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. La
autora le dedica unos versos, “Con graciosa agudeza, recompensa con el mismo
aplauso al doctor Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, por un papel que discurrió
en elogio y defensa de la poetisa”:
Favores que son tan llenos,
no sabré servir jamás,
pues debo estimarlos más
cuanto los merezco menos.
De pagarse están ajenos
al mismo agradecimiento;
pero ellos mismos intento
que sirvan de recompensa,
pues debéis a mi defensa
lucir vuestro entendimiento.
La décima –poema de diez versos
octosílabos–, según Antonio Alatorre y Martha Lilia Tenorio, sería un
agradecimiento luego de que el zacatecano pudiera ser el autor de la Carta de Serafina de Cristo, en el que
defiende y elogia a la autora. En cualquier caso, mencionado documento no es
más que otra afirmación de la promoción que Juan Ignacio de Castorena y Ursúa
realizó en torno a Sor Juana Inés de la Cruz.
El zacatecano, además de escribir varios pareceres, sermones
o bien participar en expresiones de lealtad, hizo también obras que mostraron
la vida cultural de la Nueva España. Si bien, por su carácter inédito en el continente
americano, se le reconoce por la Gaceta
de México y noticias de la Nueva España, es también la edición de los
poemas de Sor Juana una de sus máximas obras con mayor difusión: Fama y obras póstumas del Fénix de México,
décima musa, poetisa americana, sor Juana Inés de la Cruz, publicado en
1700.
La obra fue dedicada a Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos
II último rey español de la casa de Austria. En la dedicatoria, el zacatecano
argumentó:
Ansioso el anhelo de la lealtad, solicita siempre los más peregrinos pájaros del Obre, que tributar a la soberanía de los Monarcas. Cuidadoso mi estudio trajo de los fines del Universo esta racional Fénix Mexicana, para que entre las Lecciones espirituales de Libros Devotos, con que el celo de Vuestra Majestad nos edifica a todos sus Criados logren la elección de atendidas, por discretas, las Meditaciones, y por sagrados, los Ofrecimientos de esta Religiosa.
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