Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.
Durante la Edad Moderna, la
monarquía española guardó una serie de protocolos que buscaban un ordenamiento
pleno en las funciones burocráticas. Evidentemente, en muchos casos no fue del
todo efectivo, no obstante que en algunos espacios y puestos sí se resguardó el
procedimiento. Uno de ellos fue la presentación de la Relación de Méritos, que se utilizaba por parte de ciertas
personalidades para poder acceder a cargos, ascender en la escala burocrática o
política y manifestar los trabajos que en el fondo eran dedicados a la potestad
del soberano. Así, su uso entrega un
perfil claro: la sociedad regia hispánica estaba basada en los derechos por
privilegio.
La Relación de Méritos es un documento
histórico de gran valor, pues ofrece información en muchos sentidos. Por un
lado, los distintos trabajos y estudios que realizó quien presentaba el
documento. Por otro, las intenciones de ascenso, según su perfil y condiciones.
En varios casos, apenas si se puede suponer o confirmar la fecha de nacimiento
o líneas familiares gracias a la Relación
de Méritos. También, algunos de estos documentos están perfilados, a manera
de hipérbole, con respecto a los hechos realizados, pues ante todo eran oficios
legales que permitían alcanzar un rango mayor en la escala laboral y de
privilegios.
El Archivo General de Indias en Sevilla resguarda una gran
cantidad de Relaciones de Méritos. Allí
se encuentran dos legajos documentales, en el ramo “Indiferente General”
presentados a favor de Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. El primero está
fechado el 23 de marzo de 1703, una serie de documentos manuscritos de 36
folios verso y reverso. El segundo, su presentación está fechada el 30 de julio
de 1710, menor al anterior –tan sólo cuatro folios– pues son los méritos desde
el 29 de agosto de 1707. En ese momento, Juan Ignacio de Castorena era
Racionero de la Catedral de México.
Del primer legajo de
documentos, se trata de una serie de testimonios de otras personas que
certifican, con firma y datos, que Juan Ignacio de Castorena y Ursúa realizó
distintos actos. Por ejemplo, en el folio 146 aparece el “testimonio de verdad”
presentado por el bachiller Tomás de la Fuente Salazar clérigo presbítero y
secretario del arzobispado de México y fechado el 15 de mayo de 1701. El
testimonio argumenta que el zacatecano dictó el sermón primero de la pascua del
Espíritu Santo, con asistencia del virrey conde de Moctezuma y la ceremonia
llevada a cabo por Juan de Ortega y Montañés, arzobispo.
Del
segundo legajo documental, se pueden confirmar varios datos. Por ejemplo que
Juan Ignacio de Castorena fue por diez años colegial real de San Ildefonso de
México y vicerrector. Graduado en teología, en leyes y en cánones, licenciado y
doctor. El 25 y 26 de septiembre de 1698 se graduó por la Universidad de Ávila
de licenciado y doctor en teología. La Relación
de Méritos concluye que Juan Ignacio tiene particular aprobación del
virrey, del arzobispo de México, de la Audiencia de Guadalajara y de la ciudad
de Zacatecas “[…] de donde es natural, en que informan la Calidad meritoria,
virtud, nobleza y literatura de este sujeto, y que en los empleos, que ha
tenido, ha cumplido muy exactamente con su obligación, por lo que le consideran
digno y merecedor, de que Su Majestad le ascienda a otra Prebendas de mayor
grado.”