8.06.2008

Recuerdo algunas discuciones que tuve con un tipo, creo que se llamaba Baterbly, en un viaje en tren, que tuve hace hace días rumbo a Bolivia.
Tratamos de la situación petrolera del país; del narcotráfico y la lucha del gobierno; del tema de las olimpiadas y su politización, la guerra de los países; de la moneda mexicana; de los congresos interdiciplinarios; de libros que no debían ser publicados y de las mafias culturales del país.
Él me enseñó hacer caso omiso de los anuncios de Televisión. No lo mencionó, pero en sus actitudes demostró la sutileza del discurso no verbal. Creo que por eso se bajó en la paz.
Al tiempo, tengo esa imagen algo borrosa en mi memoria, quizá porque mi instinto sintió una necesidad (necedad) de mivar los labios de esa mujer. Una camarera que entró al bagón y se sentó junto a mi, sólo por conocer a un tipo de New York. Me dió un cd de música de zamba, algo así como exótismo latino, no sé, tengo borrosa esa imagen, preferí no hacer el menor intento de seducción, pues estaba entretenido en mirar las cicatrices que dejan las lenguas en cada palabra asquerosamente desperdiciada.

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