5.10.2010
Chopin en YouTube.
Nadie niega la capacidad, la calidad y la universalidad que entregan el silencio y el ruido de su piano. Ya es parte de los mitos inconscientes colectivos, de los nombres con una carga semántica en la presencia de los escuchas, que etiquetan una gran variedad de música, en una palabra, “clásica”. He ahí el paso de la rebeldía hacia la institucionalidad. Frédéric Chopin construyó sus Nocturnos, entre otras obras, con una marca romántica, digno de su época. Exiliado de su patria, Polonia, no dejó de plantear ese panteísmo terrenal, nativo, que representa la libertad y la unión nocturna. Traición y regreso.
A doscientos años de su nacimiento, los festejos no se pueden esperar. Imaginemos (podemos hacerlo sencillamente, ahora mismo vivimos un clima parecido) en los innumerables discursos, tesis, actos solemnes, guerra de organismos por adjudicar la obra oficial, todo un mundo material al servicio de las marcas de la Gran Historia. Un ritual de la memoria, que deja vacío el acercamiento sin complejos de la obra, frente a la imagen del gran mito institucional.
En lo que a mí concierne, no me importan las diversas conmemoraciones que las instituciones del gobierno polaco u otras puedan realizar. Puedo decir todas, a excepción de una: «YouTube celebra el bicentenario de Chopin». Es decir, una de las empresas virtuales más importantes y reconocidas de la Internet se vuelve institución mundial para celebrar el mito de un hombre a la altura de su pentagrama, pero alejado de todo código binario.
Es una prueba de lo que el mundo virtual está por llegar a convertirse. No falta menos de diez años para encontrar la silueta de toda una estructura al servicio de la legitimación. Se trata de un concurso, difundido por Facebook, donde lo participantes tendrán que grabarse tocando una pieza del músico ya mencionado, para luego subirlo a la célebre página de videos. Es una losa, una abertura, como la de Moises en el mar Rojo, en el traspaso de varias generaciones de la red. Ya lo decían Gilles Deleuze y Félix Guattari: “No hay muerte del libro, sino otra forma de leer”1. La Internet no está matando la forma de comunicarnos, sólo la está transformando. De alguna manera, nos sentimos relegados pues nuestra comunicación aún se basa en el contacto personal y corporal, no obstante las diversas telecomunicaciones. Los lectores cambian, los soportes de lo escrito cambian, los rituales cambian, las instituciones cambian.
Si bien lo antedicho era un acto esperado, al menos yo no lo creía tan cerca de nuestro tiempo. Esperaba que pasaran de cinco a diez años más. Youtube abre el camino hacia la Institución de la Internet como un organismo mundial, una marca registrada de la Globalización. Los resultados del concurso, en cierta medida, no importan. Lo que importa es el acto de legitimación. Ya no basta con decir que, si no se existe en el buscador de google en realidad no se existe; se inaugura el tiempo de las marcas legitimadoras nacidas y desarrolladas por la red. Es el mito del Estado en sus nuevas posibilidades de lenguaje. Traición y regreso. Un nuevo paso de la rebeldía hacia la institucionalidad.
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1DELEUZE, Gilles, y Félix Guattari, Rizoma, David A. Rincón (trad.), Edit. Fontamara, México, 2009, pp. 67.
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