9.17.2013

Comentarios de Carmen F. Galán a El Libro de Patmos

Comentarios de Carmen F. Galán en la Presentación Feria del Libro, El Libro de Patmos. Véase en La Gualdra (Suplemento Cultural de la Jornada Zacatecas).



Carmen F. Galán

La primera vez que recorrí Patmos fue como interpretar una partitura, su diseño resonaba a ecos de Afrodite´s Child, un grupo formado por Vangelis, que en 1970 grabó una adaptación de libro de las revelaciones de San Juan en un álbum conceptual titulado 666 (The Apocalipse of John).
En otra búsqueda, o segunda lectura, me percaté del origen griego de esta banda de rock progresivo que migra a París, como del significado de Patmos en tanto isla de desterrados, destino de peregrinación y lugar del apocalipsis.
El Libro de Patmos anuncia un final, pero también lo disuelve, es un poemario para leerse de arriba hacia abajo y releerse al revés, o mejor dicho en bustrófedon (que de acuerdo a Moliner es la manera de escribir arando en zigzag). Me explico, El Libro de Patmos es un texto que al proporcionar sus claves de lectura se encripta más. El poeta nos ofrece alternativas para realizar la lectura, a manera de cinta de moebius, como matrioska o como caracol que se desdobla en interpretaciones imposibles de asir.
El recorrido es para iniciados, pero también para inaugurar una era del libro cuyos silencios lo aniquilan al modo en que el ouroborus se muerde la cola. El arquitecto de tal credo sostiene con la mano el compás en un gesto casi imperceptible por la textura del papel que recuerda la escritura sobre la escritura del palimpsesto, las palabras bajo las palabras del anagrama, y que igualmente nos recuerda la invisibilidad del poeta-oráculo hablado por los dioses.
¿Qué anuncia este apocalipsis? ¿Cuál es su plan secreto? Destruir el libro, deconstruir el libro. Como respuesta a las escrituras líquidas se impone la rudeza y suavidad del papel, la escritura como fisura, la vuelta a lo esencial, al grito, al habla inarticulada, al aullido del yo.
Uno se preguntaría ¿cómo es posible en la dificultad, en la oscuridad del poema encontrar lo esencial? Para regresar el inicio hay que recorrer el camino una vez más en todas direcciones, el asunto es ontológico, y el poema es la morada del ser, recuerda la hermenéutica del siglo XX, y ahora, en la normalidad de la crisis planetaria y desde un rincón en el que habitamos, Salvador Lira nos lo vuelve a recordar: soñar y recordar para enmendar la memoria.

Aquí un breve paréntesis: ¿cómo evoco a Salvador Lira? Tan impaciente como el mejor de los alumnos con preguntas interminables y que viaja constantemente para alcanzar respuestas. Lo recuerdo participando en seminarios y congresos en diferentes universidades de nuestro país. Asimismo como becario en el extranjero realizando estancias de investigación y llevando hasta esos lugares su ímpetu por escrudiñar textos e imágenes; finalmente lo recuerdo como alguien que prefiere echarse a la espalda una valija llena de libros y desdeñar todas sus otras pertenencias.
            Me congratulo de haber sido cómplice en esta búsqueda para conformar el Templo y me sorprendo al conocer al Salvador poeta. Para abreviar, me enorgullezco de haber sido su maestra en algunos momentos de su camino profesional, y para no olvidar los viejos tiempos arrojo al aire un juego de conjunción de opuestos, convocatoria al diálogo, para que el Salvador académico trate de adivinar sus afinidades selectivas. Lanzo los dados al aire, no sin antes agradecer la invitación al nacimiento de El Libro de Patmos:

La narración frente al poema
La inspiración frente a laboriosidad
Poesía e imagen
Encriptamiento o claridad

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