Muy noble y leal ciudad: artes y letras del Zacatecas virreinal. Columna Cultural en el periódico Imagen.
Antonio Núñez de Miranda fue una de
las personalidades culturalesdel siglo XVII novohispano. Nació el 4 de
noviembre de 1618 y fue bautizado en la parroquia de Fresnillo. Juan de Oviedo
–rector del Colegio Real de San Ildefonso– retrató su biografía enVida ejemplar…, impreso en 1701.
Los últimos capítulos del libro son la reconstrucción de la
muerte y exequias del fresnillense.La descripción que realiza Juan de Oviedo va
de los testimonios, hacia la modelación del Arte
del buen morir—tradición
medieval iconográfica que indica el modo en que debía fallecer un buen
cristiano.
Juan de Oviedo indica que su vida fue una preparación para su
muerte. Así, todas las noches leía o hacía que le leyeran un párrafo del
capítulo 23 De meditationemorti, del
libro Contemptusmundis…, con el
objetivo de: “en aquellas concisas sentencias hallaba saetas que le atravesaban
el corazón, y le eran continuo recuerdo para disponerse a bien morir”.
Tal acción la hacía como un memento mori, es decir, un recuerdo de la muerte. Cabe mencionar
que en la época del barroco, la muerte era un proceso de trasmutación, en donde
el cuerpo no importaba, sino el espíritu. También rezaba diariamente un rosario
llamado De la muerte, con la
siguiente oración:
Señor mío Jesucristo por los dolores, y tormentos de vuestra santísima pasión, y muerte os suplico, que me des buena vida, y buena muerte; y por el desamparo, que tuviste en vuestra muerte, me ampares en la hora de la muerte.
Su muerte fue anunciada de manera
simbólica. Tenía un reloj en el coro de la Purísima, que le servía –ese es su
significado en la época– de distribución de tiempo y observancia de los
momentos a un lugar superior. Un poco a tientas, por estar ya algo ciego, quiso
ajustarlo, ocasionándole un fuerte golpe en la cabeza. El cirujano llegó
posteriormente a revisarlo. No era de gran cuidado, sin embargo se dio cuenta
de que el jesuita tenía unas grandes cataratas en los ojos. Se las extrajo, con
éxito, aunque en la recuperación empeoró.
El 16 de febrero de 1695, miércoles de ceniza en ese año
litúrgico, se le suministraron los elementos en razón al Arte del buen morir. Se le puso la ceniza propia del día. Luego, se
le dieron los sacramentos. Por la tarde, entró su confesor y le administró el
Viático.
Le
llevaron la imagen de la Purísima virgen del altar mayor de la capilla, para
que le consolara y reflexionara sobre el paso que iba a dar. Al día siguiente,
se le dio la extremaunción. En presencia de la imagen de la virgen, murió el 17
de febrero de 1695:“[…] entregó su espíritu en manos de su Creador el primer jueves de Cuaresma […].”
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