10.01.2008
Ya es octubre. Tiempo distante y alejado a mis sensaciones en la atmósfera sensorial que encierran mis tormentos. Parece un eclipse que camina y abre compuertas infinitas sin espejos. Quisiera tragarme el cielo y caer. Ya es octubre. Tomo mis nudillos, sin lograr entender el ciclo en que caemos y la aberración al tiempo persistente, al frío, a la neblina secular con la que despierto hinchado hasta los ojos. Los vicios no funcionan, los rituales me abruman. Ya es octubre. Pienso en la sensación de los techos que solo miran hacia arriba, esperando a que el cometa pase y deje su rastro. Quedo estático en los pensamientos, tal vez, si los espasmos ocurren de noche, la niebla acostumbra a confundir tu silueta y el verano. Ya es octubre. Me da jaqueca el hastío, no lo considero necesario en la formulación de un autor de cabecera. Más me atrae la víspera, aquello que los sacerdotes nos han hecho creer en advenimiento. La mentira está siempre dicha, siempre descubierta, siempre deliciosa. Ya es octubre. Los comerciales plantean la posibilidad del “gran descuento”, en el juego retórico de que octubre es el mes. No lo es. Ya es octubre, siento vértigo, vértigo a la muerte. Quizá sea el movimiento lunar o la fragmentación musical que aplica una oración leída en el periódico. No obstante, quiero ser y que no sea, sólo si no soy y es. Por lo pronto es octubre, siento la jaqueca, formulo un egocentrismo fragmentado a la espera del resplandor, el resto.
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