2.07.2018

Un poema a la fama de Sor Juana

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen. 




Fama y Obras Póstumas del Fénix de México, Décima Musa, poetisa Americana, Sor Juana Inés de la Cruz… es la antología que reunió el jesuita zacatecano Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. El libro tuvo varias reimpresiones, tanto en México, como en España. La recepción de la obra se puede decir que contó con buena lid, pues entregó el perfil más sublime de la jerónima, en tanto que la consagró como mujer de letras.
Además de los pareceres y sentires de la obra, el jesuita zacatecano incluyó una serie de poemas en elogio a la jerónima. En las primeras ediciones, se inicia con el poema don Félix Fernández de Córdova Aragón, duque de Sesa, de Vaena y de Soma, conde de Cabra, Palamós y Olivito, vizconde de Izuajar y perteneciente a la orden de Santiago. No obstante, en la edición por la imprenta de Antonio González de Reyes en Madrid, en el año de 1714, aparece otro poema que da muestra los conceptos del desengaño de la muerte, la fijación de sor Juana como poeta célebre y la amplia recepción de la obra:  
AL DESENGAÑO CON QUE MURIÓ 
LA MADRE JUANA INÉS DE LA CRUZ.
Ya, Juana, sí, que habrás bien entendido
Discípula de Dios, tanta sagrada
Ciencia, que en este Mundo, a luz menguada
Acechó por resquicios tu sentido.
Y aún te habrás de tu fama arrepentido
Al cotejar lo inmenso con la nada,
Viendo, que es la opinión, más celebrada,
Aire, solido menos, de extendido.
¡Dichosa tú! Cuyo mejor concepto
Es el que, en vida, de lo eterno hiciste
Aún venturoso más, de más discreto.
Tanto supiste, al fin, que al fin supiste,
Santificar la envidia a lo perfecto
Y a lo entendido redimir de triste.
El poema es de autor anónimo. Aún no se puede identificar el estilo, como para adjudicarlo a algún escritor de la época, sea novohispano o de la península ibérica. Se trata de un soneto con los requerimientos clásicos de la poesía de la época. Se organiza en sus dos primeras partes de la temática, para concluir en los tercetos.
Los elementos que trastocan los versos tienen que ver con algunos intertextos de la poetisa, elementos culturales de la época y la situación de la que fue señalada. La fama es una ilusión, de ahí que el poema hable del desengaño, que culmina con la muerte. Con todo, tal fama se establece y se redime, no con la eternidad misma de la poetisa en cuerpo o alma, sino con las obras que dejó por su inteligencia. De allí que culmine con la dicha de sus letras, que aún por el señalamiento de otros, en alusión a sus debates, el cual logró “santificar la envidia a lo perfecto / y a lo entendido redimir lo triste.”

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