Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.
Fama
y Obras Póstumas del Fénix de México, Décima Musa, poetisa Americana, Sor Juana
Inés de la Cruz… es la antología que reunió el jesuita zacatecano Juan
Ignacio de Castorena y Ursúa. El libro tuvo varias reimpresiones, tanto en
México, como en España. La recepción de la obra se puede decir que contó con
buena lid, pues entregó el perfil más sublime de la jerónima, en tanto que la
consagró como mujer de letras.
Además de los pareceres y sentires de la obra, el jesuita
zacatecano incluyó una serie de poemas en elogio a la jerónima. En las primeras
ediciones, se inicia con el poema don Félix Fernández de Córdova Aragón, duque
de Sesa, de Vaena y de Soma, conde de Cabra, Palamós y Olivito, vizconde de
Izuajar y perteneciente a la orden de Santiago. No obstante, en la edición por
la imprenta de Antonio González de Reyes en Madrid, en el año de 1714, aparece
otro poema que da muestra los conceptos del desengaño de la muerte, la fijación
de sor Juana como poeta célebre y la amplia recepción de la obra:
AL
DESENGAÑO CON QUE MURIÓ
LA MADRE JUANA INÉS DE LA CRUZ.
Ya, Juana, sí, que habrás bien entendido
Discípula de Dios, tanta sagrada
Ciencia, que en este Mundo, a luz menguada
Acechó por resquicios tu sentido.
Y aún te habrás de tu fama arrepentido
Al cotejar lo inmenso con la nada,
Viendo, que es la opinión, más celebrada,
Aire, solido menos, de extendido.
¡Dichosa tú! Cuyo mejor concepto
Es el que, en vida, de lo eterno hiciste
Aún venturoso más, de más discreto.
Tanto supiste, al fin, que al fin supiste,
Santificar la envidia a lo perfecto
Y a lo entendido redimir de triste.
El poema es de autor anónimo. Aún no
se puede identificar el estilo, como para adjudicarlo a algún escritor de la
época, sea novohispano o de la península ibérica. Se trata de un soneto con los
requerimientos clásicos de la poesía de la época. Se organiza en sus dos
primeras partes de la temática, para concluir en los tercetos.
Los
elementos que trastocan los versos tienen que ver con algunos intertextos de la
poetisa, elementos culturales de la época y la situación de la que fue
señalada. La fama es una ilusión, de ahí que el poema hable del desengaño, que
culmina con la muerte. Con todo, tal fama
se establece y se redime, no con la eternidad misma de la poetisa en cuerpo
o alma, sino con las obras que dejó por su inteligencia. De allí que culmine
con la dicha de sus letras, que aún por el señalamiento de otros, en alusión a
sus debates, el cual logró “santificar la envidia a lo perfecto / y a lo
entendido redimir lo triste.”
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