Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.
Las dedicaciones de templos, lejos de ser un mero ejercicio exclusivo
de la Iglesia, configuraron en la época novohispana lo que hoy, permitiéndose
la expresión, se considera obra pública.
La monarquía tenía el derecho del Regio
Patronato. Era esto una doble obligación: por un lado era la representación
del poder de Dios en la tierra; con ello, la administración y engrandecimiento
del gobierno por la potestad divina, en principio otorgado por el Papa y
posteriormente colmado de facto y pacto. Es relevante observar que luego
de la aclamación a un monarca en la Nueva España, el virrey debía dar acción de
gracias en la catedral y refrendar lo dictado por el derecho del Regio Patronato, refrendado en las Leyes de Indias.
Así, las dedicaciones de templos contenían una
línea directa con la monarquía. Se trata de un acto por demás gubernamental,
que da muestra de todo el despliegue cultural novohispano. Los patrocinadores ocuparon
espacios preeminentes, por ser intermediarios entre los poderes divino y regio,
frente a los vasallos. En la punta de este tipo de textos está la dedicación
del templo catedralicio por Isidro de Sariñana.
En Zacatecas, de las primeras dedicaciones publicadas es el Sermón panegírico, que en la plausible y
solemne fiesta de la Reedificación del Templo de San Juan de Dios y Publicación
del Testimonio de su Canonización…, predicado por Juan de Espinoza y
patrocinado por fray Juan de Dios. El texto fue dedicado a Martín Berdugo de
Ávila Aro y Velazco, tesorero de la Real Caja de Zacatecas e impreso en la casa
de la viuda de Francisco Rodríguez Lupercio en 1695.
El documento consta del agradecimiento a Martín Berdugo de
Ávila por fray Juan de Dios; las aprobaciones y sentires; así como el sermón. El
texto es dedicado al tesorero de la Real Caja, por su cuidado y diligencia en
la consagración y edificación del templo y hospital.
El sermón es tanto por la canonización de san Juan de Dios, como
la festividad que fue aprovechada para la nueva dedicación. Es una alegoría a
las dedicaciones de templos referidas en el Antiguo
y Nuevo Testamento:
Y en la procesión, que precede con el Príncipe de la Iglesia, será para ilustrar el festejo, franqueándonos con sus llaves la entrada en este devoto templo, y colmando de bendiciones aquella casa; o será porque siendo de salud, la aseguran los que en ella como en Hospital adolecen en la sombre de aquel Príncipe ilustre pues con ella da salud a los enfermos, […]. Todo puede ser, pero a mi ver, solicitar los hijos de mi caritativo Padre la asistencia de San Pedro en su templo aquel día, es asegurar en perpetuas duraciones la fábrica de esta iglesia que nuevamente consagran.
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