Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.
El zacatecano José de Castro fue un
poeta que tuvo presencia literaria en dos siglos. Su obra fue escrita en la
segunda mitad del siglo XVII y reimpresa en el siglo XVIII. Por ejemplo, la
casa de la Viuda de don José Bernardo de Hogal volvió a imprimir Varias poesias a lo divino…, en 1746. Es
un documento de 65 páginas con poemas de diversos temas, que giran en torno a
la sacralidad e imágenes devocionales.
En la página 47 se encuentra el conjunto de poemas
“Redondillas a las llagas de Nuestro Santo Padre San Francisco”. Se trata de
100 redondillas –400 versos– numeradas en la parte izquierda, con la temática
franciscana. Cabe recordar que el zacatecano perteneció a la orden de San Francisco,
por lo que además de ser una ofrenda a tal santo, es también un reflejo de su
propia pertenencia a un grupo religioso.
José de Castro utiliza como vehículo poético la redondilla. Se trata de la reunión de
cuatro versos en octosílabos. Deben tener dos tipos de rima, el primer verso y
el cuarto, así como el segundo verso y el tercero. Un poema de este tipo puede
tener un número cualquiera de redondillas.
José de Castro inicia con una suerte de introducción, manifestando que su tono no será “EL RENOVARE
DOLOREM”, sino “el son de la
alegría”. Posteriormente hace referencia a la fecha del signo –la aparición de
las heridas por la crucifixión de Jesús–, 17 de septiembre, en el Monte Alvernia
en Toscana. Según la descripción del milagro, Jesús bajó con la clarividencia
de seis serafines a charlar con san Francisco. Al final, le dejó la marca de
las llagas. Por ello, tanto esas heridas como el motivo del serafín son
representativos del santo. José de Castro explica en una redondilla:
En fin Serafín humano
JESÚS os hace favor,
y porque seáis buen cantor,
él mismo os pintó la mano.
A vuestra mano sagrada
se deben festivos cantos;
pues sois vos entre los Santos
el de la mano horadada.
El estilo de José de Castro va de lo
festivo a las referencias cultas y librescas. Por ejemplo, la siguiente
redondilla:
Calle
Apeles, y el Tiziano,
que siendo el pincel de Cristo,
ninguno puede haber visto,
pintura de mejor mano.
La anterior cita es una analogía.
Por un lado hace referencia a Tiziano, el pintor de cámara de Carlos V. Por
“Calle Apeles” se refiere al sendero del pintor Apeles quien según varios
escritores clásicos fue quien retrató a Alejandro Magno de manera excelsa. Tal
soberbia en el arte es el pincel de Cristo que, ninguno puede, de esta forma,
haber retratado mejor.
El poema continúa con analogías entre un Jesús
artista y escritor, sobre un san Francisco dispuesto a la obra. Se anuncian
motivos como el Libro, el Serafín, el Rosario o el sayal de Asís.
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