De
los elementos más complejos que un poeta puede forjar es el emparentar palabra,
tesitura de sonido y significación. No se trata de un artilugio de la métrica o
la rima; tales reglas en cierta forma marcan directrices de golpes, medidas y
suturas. Éstas buscan un universo de voces orquestadas, es una especie de
partitura en la que graves, átonos y tónicas cabalgan, mostrando sitios llenos
o vacíos de espasmos.
Significar el sonido
es elegir palabras que por sus vocales y consonantes en el juego de acentos
idealizan cierto acto, sujeto o nombre. Un grado mayor es conjugarlos con otros
sentidos, son al menos tres niveles de creación. Percibirlos requiere de un
oído entrenado en la poesía, en la música; simplemente se puede resumir a la
impresión de algo en su manera de verse, oírse e imaginarse.
Ramón López Velarde es
un autor con mencionada percepción, se debe leer en niveles o registros de
múltiple significación. De los hechos más discutidos, está el tema de la
soledad, el amor y la melancolía. También, casi de la mano, el uso delicado de
adjetivos y elementos con que mistifica rasgos femeninos en templos sacros en
el punto clímax de su profanación. El significar los sonidos, a la voz de su
sentido y musicalidad, es de los puntos que se vislumbran de su obra. Un
ejemplo se nota en el poema “A Sara”, perteneciente a La sangre devota. Los versos son de tema amoroso, con la
fascinación a la doncella. El poeta manifiesta:
Sara, Sara: eres flexible cual la honda
de David y contundente
como el lírico guijarro del mancebo;
y das, paralelamente,
una tortura de hielo y una combustión de pira;
y si en vértigo de abismo tu pelo se desmadeja,
todavía, con brazo heroico
y en caída acelarada, sostienes a tu pareja.
No es gratuito el
símil con que López Velarde compara a Sara con la honda de David. En el Antiguo Testamento se aclara que fueron
pocos los giros con que la honda se elevó hasta soltar al proyectil verdugo de
su enemigo. Si se atiene a la idea de circularidad que tiene el autor de Zozobra, se recordará a la descripción
del soltero: tigre que avanza y retrocede, hace ochos en el piso de la soledad.
Así es la
honda, fervor con que Sara acorrala al cazador, que es presa, para exclamar su
viveza, “uva en sazón”. Podría quedar ahí la glosa, si no se tuviese en cuenta
el poema en voz alta. La repetición del nombre en los primeros versos de la
estrofa tres y cuatro dan muestra de la ondulación infinita del sonido, verso y
significación: “Sara, Sara, golosina de horas muelles…”. Su característica
especial es su contundencia corporal, con que deja a la mala fe de quien fuese
proyecto a levita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario