6.20.2016

La suave patria o los textos finales de Ramón López Velarde

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 


Resulta complejo escribir sobre los últimos años de Ramón López Velarde, sin buscar no caer en los lugares comunes o los hálitos de “indagación preciosista”, que al margen entregan posiciones oficialistas. De esto, abundan reticencias e incluso malos entendidos que, dichos en “La derrota de la palabra”, se cristalizaron para infortunio de la obra del poeta.    
      Los poemarios impresos en vida por el jerezano son La sangre devota (1916) y Zozobra (1919). Después, como cifra quizá de un enigma poético, la publicación de un poema por demás laureado en diversos espacios del país, escrito casi al final de sus días: “La suave patria”.
      ¿Qué elementos se pueden encontrar del último poema publicado por Ramón López Velarde? Los años finales del poeta están centrados en el contexto del centenario de la consumación de la Independencia, la caída del régimen carrancista y el devenir de su vida ante circunstancias de índole personal. De allí que en su escritura y actividad se puedan notar perspectivas en diferentes caminos.
      Al respecto, Gabriel Zaid en “Aclaraciones sobre López Velarde” ofrece datos interesantes con respecto a la situación del poeta. Si con el gobierno de Venustiano Carranza el jerezano tenía posibilidades de mejorar su condición económica, el asesinato del revolucionario significó la caída de sus pretensiones por obtener algún cargo que le ofreciera remuneración. Del 20 de mayo de 1920 a su muerte, López Velarde trabajó en su cátedra de Literatura y en la revista El Maestro. Estos datos encierran, por sí mismos, la condición de su final producción poética.
      El contexto del centenario de la consumación de la Independencia, como doble ironía a tal fecha, distó del que sucedió diez años antes. En el vuelco político y literario proliferaron voces que buscaron disidencias o posturas. Si tras el vuelco de cien años de un país que se denomina “Independiente” son casi naturales los vuelcos revisionistas; más complejo es si se agregan cuatro centenas de la caída de Tenochtitlán y el complejo problema de la identidad en el sincretismo de dos Mundos. Ante ello, cinco años de nueva Constitución y ciclos en el vaivén entreabierto por la civilidad y el fuego.
      ¿Cómo entender “La suave patria” en su contexto? Su escritura se extiende en un momento crucial, no es sólo un motivo de ocasión. En la revista El Maestro en el mismo año se publicó también otro texto que irradia al poema: “La novedad de la patria”. En ambos se delata su pensamiento, son obras complementarias en dos tránsitos de escritura, verso y prosa. La estructura, las ideas e incluso el uso de palabras lo indican. “Novedad de la patria” inicia:
      "En el descanso material del país, en treinta años de paz, coadyuvó a la idea de una patria pomposa, multimillonaria, honorable en el presente y epopéyica en el pasado. Han sido precisos los años del sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa."
      En el poema “La suave patria” se repite el concepto epoyeya-epopéyica, con el fin de cifrar un heroísmo que se mira al pasado:
Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo,
para cortar a la epopeya un gajo.
En el segundo y tercer párrafo de la prosa se está en busca de una posible definición de “patria”, tropo indicado en ambos títulos:
      "¿Qué mucho, pues, que falten los poetas épicos hacia afuera?
      "Correlativamente, nuestro concepto de la patria es hoy hacia dentro. Las rectificaciones de la experiencia, contrayendo a la justa medida la fama de nuestras glorias sobre españoles, yanquis y franceses, y la celebridad de nuestro republicanismo, nos ha revelado una patria, no histórica ni política, sino íntima."
      La miramos hecha para la vida de cada uno. Individual, sensual, resignada, llena de estos, inmune a la afrente, así la cubran de sal. Casi la confundimos con la tierra.
      La tercera estrofa del poema indica:
Diré con una épica sordina:
la patria es impecable y diamantina.
Las palabras íntima y épica abatiendo las mismas ideas, con diferencia del endecasílabo. Su “Casi la confundimos con la tierra” no es gratuito con los primeros versos del “Primer Acto”.  Y en la búsqueda de la identidad, la exhortación:
      "Hijos pródigos de una patria que ni siquiera sabemos definir, empezamos a observarla. Castellana y morisca, rayada de azteca, una vez que raspamos de su cuerpo las pinturas de olla de sindicato, ofrece –digámoslo con una de esas locuciones pícaras de la vida airada– el café con leche de su piel."
Más allá de entonar voces sin sentido, la idea de “patria” para López Velarde es el sincretismo, la colaboración multicultural en que no se ha reconocido —todavía ahora. Prueba de ello sigue siendo el ímpetu oficialista por reconocer una historiografía de “bronce”, con sus 300 años de oscuridad y la luz, sobre el ara, en apoteosis de la historia. Contradicción aún latente. De allí la visión con Cuauhtémoc:
Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
el idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de cenizas de tus plantas.
Más líneas podrían debatirse entre las visiones antedichas. Más si es el punto final de una carrera poética, entre la publicación en El Maestro el 24 de abril y su muerte el 19 de junio de 1921.  Con ello, la recepción en sus múltiples sentidos.
      A poco menos del centenario de “La suave patria” y de la muerte del poeta es menester la pregunta: ¿cuán vigente se encuentra la obra de Ramón López Velarde? No es sólo el devenir nacionalista, es el encuentro de una poesía y prosa que navega como su candil. En “Novedad de la patria” el jerezano cuestionaba: “¿Cómo interpretar, a sangre fría, nuestra urbanidad genuina, melosa, sirviendo de fondo a la violencia, y encima las germinaciones actuales, azarosas al modo de semillas de azotea?” Sus palabras y silencios siguen en el andar de los ochos en el piso de nuestra soledad. 

No hay comentarios: