9.19.2016

López Velarde, un enigma para la patria

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 


Los héroes mexicanos no han muerto. No, los héroes de la patria siguen vivos, sin embargo, en la palestra de los hombres ilustres, viven en las peores condiciones de la memoria. La razón ha devenido, quizá, a un mal infortunio de las producciones simbólicas del país. Los rituales, que a la postre siguen legitimando discursos, han perdido capacidad de irradiar sus significados. También no se ha hecho, en el albor de los Bi-Centenarios, un espacio revisionista con amplia divulgación que otorgue nuevas identidades o afiance las ya propuestas.
Por este sentido, Ramón López Velarde se presenta como un enigma para la patria. Es verdad que es el autor del poema “nacionalista” más recordado –que no reflexionado– de la historia de la literatura mexicana. Gracias a ello y al misticismo de la elaboración de sus versos, pues se trata de las últimas palabras poéticas escritas por el jerezano, se ha creado un aura de resonancia mítica, frente a un país que todavía no logra reconocerse.
La heroicidad de la patria que articula López Velarde es enigmática en cierto modo. El único héroe de La suave patria es el “Joven abuelo” Cuauhtémoc. La valoración del mundo indígena sigue una tradición novohispana.
No es el primero, ya antes Carlos de Sigüenza y Góngora había hecho en Teatro de virtudes políticas… una emblemática con héroes prehispánicos, aunque la imagen de su presente era denostada —para ello El motín de los indios…. Una visión similar, en la lectura de los textos políticos de López Velarde, se encuentra en “Zapata” publicado en La nación, el 22 de julio de 1912.
Es el hombre (o la fiera) que ha reunido en sus manos (o en sus garras) mayor suma de poder efectivo.
 […] El populacho, incapaz de discurrir sobre temas especulativos, simpatiza con Zapata porque éste representa el pillaje para saciar el hambre.
El populacho es zapatista.
[…] Zapata aparece, a los ojos de las multitudes agobiadas por la miseria, con el prestigio del volador de trenes que les dará el bocado opíparo del dinero y la honra ajena.
Allí López Velarde reconfigura un pasado glorioso prehispánico, pero sigue en la búsqueda por una definición de la patria, “El hombre y sus circunstancias”. El nacionalismo lopezvelardeano se encomia con una visión conservadora y, ante todo, revisionista de los valores heroicos. En 1919 argumentó: “Entre todas las cosas sagradas que son nuestras, exclusivamente nuestras, y son muchas, y las conservamos, se halla la bandera de Iguala, la de las Tres Garantías, contra las que se irrita el rabioso y antipatriótico liberalismo”.  

Está aún pendiente un estudio íntegro de la visión “nacional-patriótica” en la obra lopezvelardeana. También lo está la retribución de valores a personajes de los conflictos nacionales, ante los resultados de los nuevos estudios historiográficos. 

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