Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación.
El poema “Me despierta una alondra”
de La sangre devota está dedicado al
poeta José Juan Tablada. Por coincidencias mágicas del poema, la última estrofa
es un agradecimiento a un ave cantor:
¡Gracias porque en el trino
de la alondra, me llega,
por primer don del día, este don femenino!
La relación entre José Juan
Tablada y Ramón López Velarde estuvo más allá de la admiración mutua y el
reconocimiento literario. Entre ellos, se intercambiaron novedades poéticas y
compartieron cartas, que suscitan una búsqueda compartida por un ideal
estético.
Ambos inician con novedades estéticas en la poesía
mexicana. En sus correspondencias, se encuentran revisiones sobre el proceso
creativo. López Velarde le llevó algunos poemas manuscritos y recibió su apoyo.
A su vez, en la amplia novedad de Li-Po,
López Velarde manifiesta su postura:
Llegando al punto de su poesía ideográfica, quiero hablarle con absoluta sinceridad, como si me confesara, declarándole, desde luego, que sabré cumplir, espontáneo y gustoso, su encargo que tanto me honra, de “preservar su obra de odiosas contaminaciones”.Mi actitud, en suma, es de espera. Hasta hoy, lo ideográfico me interesa, más que por sí mismo, por usted que lo cultiva. Desde que conocí lo de Apollinaire, se me quedó la impresión de algo convencional, y esa impresión persistió después de reproducirse aquí los poemas de usted en La Habana: Los ojos de la máscara me iluminarán, seguramente, ayudándome a concluir mi deseo.
La carta escrita en 1919 da
cuenta de un proceso de revisión poética de Ramón López Velarde. No sólo, en la
lectura, da su opinión sobre la poesía ideográfica, sino que su revisión ha ido
con el poeta francés, característico del dandy,
con mayor influencia: Guillaume Apollinaire.
Ahora bien, los juicios lopezvelardeanos con respecto a la poesía entre imagen y forma son dubitativos. Tales ingenios literarios, si bien ya se habían ensayado desde la poesía novohispana, tomaron fuentes e ideas distintas en el siglo XX con gran distancia en lo moral o el principio en el caso hispanoamericano de Juan Caramuel. De allí que su refresco haya sido en el plano del lenguaje y lo estético. Es ahí la mayor introspección de López Velarde:Hoy por hoy dudo con duda grave de que la poesía ideográfica se halle investida de las condiciones serias del arte fundamental. La he visto como una humorada, capaz, es claro, de rendir excelentes frutos si la ejercita un hombre de la jerarquía estética de usted.
Al
final de la carta, Ramón López Velarde da muestra de respeto a Tablada y
reconoce su sabiduría, por lo que ante la crítica le manifiesta su apoyo. A su
muerte, como un epígrafe de exequias regias, Tablada inicia su poema con un
retablo ideográfico.
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