Ochos en el piso de la soledad, columna por el centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación.
La obra de Ramón López Velarde
además de irrumpir en la literatura mexicana con fuerza y bríos “inusitados”,
ha sido objeto de sociabilidades, espacios culturales y pretextos de diálogo.
Más allá de los encuentros-certámenes de lectura en voz alta sin raciocinio
alguno –por muchos denostados odiosos y que el poeta rechazó en “La derrota de
la palabra” –, se conformaron sesiones de otra índole, en donde la voz, la
letra y la reflexión fueron la parte medular.
De las figuras más reconocidas en la gestión por difundir la
obra lopezvelardeana se encuentra Eugenio de Hoyo. Jerezano también, su vida en
sin duda casi una empresa caballeresca por el siempre amor a la humanidades. Sus
Glosas son un ejemplo del
acercamiento a una obra literaria, con las armas de la auscultación, el fervor
y el profundo conocimiento cultural entre contextos símiles.
Luego de su estancia en el Instituto de Ciencias de
Zacatecas, Eugenio del Hoyo se trasladó a Nuevo León para trabajar en el
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Ahí se convirtió
en el primer director de la Biblioteca Cervantina, con una amplia labor humanística.
En 1959 preparó la antología Percepción sensorial de López Velarde, hecha junto con el
regiomontano Rubén González Garza, quien en ese momento era el Director de Galerías de Arte, A. C. La obra formaba
parte del programa Poesía en el Mundo,
apoyado por el gobernador neolonés Raúl Rangel Frías, por personalidades como
Eugenio Garza Sada y por varios organismos como el Patronato Universitario de
la Universidad de Nuevo León, el ITESM o el INAH. Consistía en:
[…] una obra de colaboración que lleva como propósito exponer de preferencia en sus formas auténticas y en sus expresiones idiomáticas originales, los resultados del quehacer poético del hombre. La realizan diversas personas que, invitadas para ello, generosamente aceptan hacerse cargo de la presentación, la selección y la lectura de las obras que constituyen cada programa.
Invitados Eugenio del Hoyo y Rubén
González Garza, eligieron a Ramón López Velarde y prepararon una selección de
poemas. La sesión fue el lunes 30 de marzo de 1959. Tuvo como orden del día una
“Introducción” por Eugenio del Hoyo; lectura de tres poemas de La sangre devota y de Zozobra; un intermedio para comentarios;
lectura de tres poemas de El son del
corazón; una prosa de El minutero
y palabras clausura por Rubén González Garza.
Los
poemas fueron editados y difundidos con el título Percepción sensorial en López Velarde. Contiene, a parte de los
poemas leídos en la reunión, un comentario biográfico de Antonio Castro Leal y
el “Retablo a la memoria de Ramón López Velarde” de José Juan Tablada. La
impresión fue en los Talleres Gráficos de La Nación.
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