Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas Virreinal, columna cultural del periódico Imagen.
Los jesuitas a finales del siglo XVI
y durante todo el siglo XVII desplegaron un plan curricular de estudios, la Ratio Studiorum. En ella, de entre sus
directrices académicas, respaldaron el uso de la imagen en la búsqueda de la
apoteosis celestial. Tal argumento fue amparado por la sesión XXV del Concilio
de Trento: el arte debía ser utilizado para la propaganda del dogma.
Un vehículo idóneo que conectó la sesión tridentina con la fiesta barroca fue la obra del boloñés
Andrea Alciato y su Emblematum Liber,
publicada en la primera mitad del siglo XVI. De hecho, en la Nueva España tuvo
la obra una amplia difusión al punto de, en razón de las propuestas académicas,
publicarse la primera edición de La
Emblemática de Alciato en América, bajo el título de Omnia Domini Andrea Alciati. Emblemata…, en 1577.
En Zacatecas, las primeras misiones circulares de los
jesuitas datan de 1573. Al final del siglo XVI consolidaron un sitio “oficial”.
A partir de tal momento, los jesuitas se apuntalaron como una de las órdenes
más importantes en la ciudad.
Se debe destacar la biblioteca jesuita, que aún se conserva
bajo el nombre de Biblioteca Elías Amador. En ella, dentro de sus múltiples
títulos, se encuentra una edición de la Emblemática
de Andrea Alciato. Se trata de la Declaración
magistral sobre los emblemas de Andrés Alciato…, traducción del valenciano
Diego López. El libro fue impreso en la ciudad de Nájera por Juan de Mongastón,
en 1615.
No debe olvidarse que la emblemática, en la propuesta de
Alciato, es la articulación artística de una pintura, un poema y un mote. Sus
fuentes son de contenido hermético, los símbolos que se muestran dan por lo
general una doctrina moral. De allí que los jesuitas retomaran sus postulados
para, por un lado la formación, así como la producción artística posterior.
La Declaracion
magistral… que resguarda la antigua biblioteca jesuita en Zacatecas es un
testimonio del desarrollo emblemático, no sólo en la ciudad, sino en la Nueva
España. Se trata de la segunda traducción de los emblemas de Alciato. Antes,
los había traducido Bernardino Daza Pinciano en 1549.
La
riqueza de la obra de Diego López va encaminada en al menos dos sentidos.
Primero, la riqueza del grabado y el impreso mismo. Segundo, la narratio philosophica. Se albergan los
comentarios traducidos sobre la emblemática por Francisco Sánchez de las Brozas
–“El Brocense”– y de Claude Mignault. Estos sirvieron para la producción de Expresiones Novohispanas de lealtad,
sobre todo al momento de justificar el aparato efímero con emblemas. La fiesta barroca por jesuitas en Zacatecas
demuestra el conocimiento de La
Emblemática de Alciato y otros autores. Aún falta corroborar sus fuentes, a
la luz y revisión las obras, con respecto de su biblioteca.
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