Ochos en el piso de la soledad, columna conmemorativa al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación.
Fue el periodismo uno de
los trabajos que más practicó Ramón López Velarde. La escritura en el autor
jerezano era un ejercicio constante. Su presencia en los medios impresos de la
época no sólo fue la de la reseña de libros y autores o la presentación de
poemas, que a la postre conformarían La
sangre devota y Zozobra. Hay
varios textos políticos, publicados en diversos estados del país.
Ramón López Velarde expuso en ocasiones sus ideas
mediante versos. En muchos casos se trató de poemas sátiros, en el que se
impone la jocosidad y el desafío, ante un hecho de ocasión. La idea primordial
consistió en establecer una sonata
aguda, incisiva y, en las vueltas retóricas del verso, hacer notar una visión
en los tiempos cruciales a los que perteneció el jerezano. En algunos de ellos
se impone la idea política por la calidad literaria. En otros, se atisba ya el
ejercicio autocrítico. Destáquense tres poemas publicados en La nación. “En verso” –21 de julio 1912 –
se da cuenta de una hipérbole, quizá en el inicio por un vago recuerdo a la
nariz de Góngora por Quevedo:
Érase un gobernante
que cifraba su empeño
en usar alpargatas
blusa fabril y gorro chilapeño.
Para que el populacho
le rindiere alabanza […].
Hay también dos sonetos. “Un barón” –24
de julio de 1912– trata de un poema en el que describe a un exuberante hombre
de recargada elegancia.
Hay en San Luis un célebre barón
que, con su corpulencia aristocrática,
vive con placidez de vida errática,
haciendo un hiperbólico bastón;
y como lo menea sin ton ni son,
suele, con atingencia matemática,
dar de leñazos a la gente apática
que va cerca de él sin precaución.
Es evidente la manera en que formula
la imagen que desdeña. A la par, el compromiso de López Velarde por ideales es
notorio. El soneto “De ultratumba” –20 de agosto de 1912– lo prueba. Antes, el
poeta había hecho una diatriba por la venta del Panteón de Montecillo por el
presidente municipal de San Luis Potosí, el doctor Méndez.
Yo os quiero confesar, doctor, primero,
que la enajenación que el mundo admira,
de útil no tiene más, si bien se mira,
que rendiros un fúnebre dinero.
Pero también que me confieses quiero
que un olor a cadáver se respira
en la venta ¡pardiez! Y en vano aspira
a competir con ella un usurero.
La
venta del cementerio trastoca al tanto en el acto público, como en su contexto
moral y ético. Los versos, incluso los políticos, son parte de un ejercicio de
escritura, momentos creativos que forjaron la construcción de su obra más
recordada.
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