Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.
José de la Borda fue quizá el minero
más sobresaliente de la Nueva España del siglo XVIII. Nacido en Francia en
1699, se le conoce por sus posesiones en mineras en Zacatecas y en Taxco,
Guerrero. El templo de Santa Prisca de Taxco fue patrocinado por él, gracias a
las enormes vetas de plata que descubrió y explotó.
A su muerte, el 30 de mayo de 1778 en la villa de Cuernavaca,
los habitantes de Taxco realizaron novenarios y misas. Se resolvió que el 26 de
agosto se terminara una pira funeraria, con ello el solemnizar exequias nobles.
El encargado de la pira fue Francisco Miguel Domínguez. Las exequias fueron el
2 y 3 de septiembre.
La descripción de las honras fue impresa en El Fenix de los mineros ricos de la America…,
por el Dr. José Antonio Ximenez y Frías, cura de la iglesia de Santa Prisca.
Fue patrocinado por Antonio de Villanueva e impresa en la casa de Felipe de
Zúñiga y Ontiveros en 1779. El documento consta de pareceres, relación de la
muerte y exequias de José de la Borda, descripción del túmulo y la oración
fúnebre.
Se eligió el símbolo del Fénix, por la fama e inmortalidad
del ave. Esta fue la alegoría en el renombre del minero hispanofrancés:
Por esto, encargado de hacer su elogio fúnebre, me
pareció valerme de esta metáfora, o símil del Fénix, para hacerlo ver un hombre
distinguido, singular, y raro entre los Mineros ricos de esta América.
El túmulo tuvo cuatro cuerpos. Del
más alto, sobresalía una pirámide, sobre el que se dejaba ver un Ave Fénix
abrasándose en su hoguera. El artefacto fúnebre tuvo doce arbotantes y doce
hachas prendidas, según la Real Pragmática de Carlos II.
Los emblemas tenían una doble función, la historia mítica
del Fénix en conexión con pasajes de la vida de José de la Borda. Por ejemplo,
el primer emblema del segundo nivel. Se trató de un Fénix cuya hoguera encendía
al Sol, por otro lado al hispanofrancés encendiendo la caridad en un triángulo
de fuego. De poema:
No de la Arabia
la cerviz erguida
Quiera de aplauso en alas levantarse;
No del Tracio las voces usurparse
Pasa ser en el Mundo conocida.
No cual única, y rara sea tenida
Por no poder con otra compararse
Su Ave, que FENIX mereció llamarse,
Y Ave del Sol, de quien recibe vida.
Pues de Sol más activo, y más flamante,
Vida inmortal recibe, aunque extranjero,
En la América
una Ave más radiante:
Un Rico, digo, raro, un gran Minero,
Por quien es justo que se diga, y cante,
Que ha tenido ya el FÉNIX compañero.
La
clave, entre el Fénix y José de la Borda, encender al Sol con la caridad.
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