12.31.2010

Metaescritura


El prefijo «meta-» es uno de los más utilizados en nuestra lengua. Entre sus maneras y usos, el prefijo «meta-» significa “estar junto de”, “movilidad de” o “estar con”. Las palabras que emplean el prefijo son muchas, conocidas y ensayadas ampliamente: meta/física, referente al más allá de lo tangible; meta/lenguaje, lo que se inserta o se nombra el acto de nombrar lo nombrado, tecnicismos de las disciplinas; metá/fora, o estar junto de lo que se lleva, ornamento de la figura y/o imagen que se mueve; meta/centro, la línea vertical que, junto con el mismo centro que abre y divide, corta al centro mismo; meta/morfosis, que se mueve de espacio y forma, conforma.

Salvador Elizondo realizó una propuesta literaria denominada la «metaescritura». Se tendría que hablar de dicho autor mexicano como el escritor que más ha explotado las posibilidades de la palabra, un inmanentismo extasiado de lo infinito, de lo infinito, de lo infinito…

¿Cuál es su centro? Ya varios autores han precedido la búsqueda y señalado el territorio de lo infinito (y ¿dónde se ha visto dicho territorio de lo infinito? He ahí la paradoja e imposibilidad de imaginar tal espacio, pues el sólo hecho de nombrar infinito es dar frontera a ese espacio sin fin, es decir, quitarle argumento). “¿Acaso no había un enorme espejo allí, en aquel salón en el que decidiste entregárteme muerta?” Un espejo sobre otro de especulación, es decir, etimológicamente idénticos y por lo tanto posiblemente imposibles – imposiblemente posibles; es la escritura sobre la escritura en Farabeuf. No es la palabra misma el centro de la meta/escritura, ni la imagen, ni el instante, ni el verbo. Es el acto de escribir.

“El grafógrago” podría situarse como el centro de su obra. La meta/escritura es estar junto de la escritura, moverse en ella, estar con ella; “el motivo del grafógrafo, escriba consciente de su escribir y cuyas brillantes pupilas se reflejan en las superficie de la página como en un espejo”, argumenta Adolfo Castañón. El siguiente ejercicio es sólo un pequeño acto de ese «meta-», en la movilidad y su función de “estar con” o “estar junto”.



«El grafógrafo»

Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.



1) El centro está aturdido por distintas posibilidades de escritura en la escritura. Se propone en primera persona y en presente, con niveles supeditados y sin comas, encabalgamiento de los actos: se podrían contar las posibilidades de escritura de forma lineal, es decir, el acto de escribir que escribo.

2) El íncipit puede suponer que escribe lo escrito, desarrollado por la tesis anterior. Si escribe es porque escribiendo prolifera sus niveles de escritura dando alcance y colocando sus procesos de escritura sobre el telón.

3) Los argumentos anteriores pueden ser revocados por la paradoja de Zenón. Cada parte es infinita en sí, no hay alcance entre una y otra, «se escribe que se escribe y se escribe».

4) El proceso de permutación matemática aplica en el desarrollo de una sintaxis abocada a la sintonía de lugar, de un sólo elemento. Si el denominado es «Escribo» y tal vez, sólo tal vez, se proponga un denominador más abarcable, que es el proceso de escritura en infinitivo y sus derivados: «Escribir» y sus distintas conjugaciones posibles, hasta en su posibilidad de perífrasis verbal.

5) Si la hipótesis anterior concuerda, se debe desglosar sus puntos de encuentro en niveles y subniveles, de la siguiente manera:

Escribo.

Escribo que

escribo.

Mentalmente me veo escribir que

escribo y también puedo verme ver que

escribo.

Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que

escribía.

Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que

escribía y

escribo

viéndome escribir que

recuerdo haberme visto escribir que

me veía escribir que

recordaba haberme visto escribir que

escribía y que

escribía que

escribo que

escribía.

También puedo imaginarme escribiendo que

ya había escrito que

me imaginaría escribiendo que

había escrito que

me imaginaba escribiendo que

me veo escribir que

escribo.

7) Si la hipótesis anterior es correcta, son seis los niveles de suposición de escritura bajo un proceso únicamente de sintaxis con un subnivel que puede desglosar otro nivel.

8) No obstante, el proceso de disección sintáctica anterior supone una superioridad entregada por la oración principal, separada sólo por puntos. No se aplica un excedente dado por oraciones combinadas, ni por el tipo de subordinación.

9) Sin embargo, la división sintáctica escapa de toda suposición de sentido. El texto puede representar (y lo hace en su posibilidad de sentido) derivarse del suceso del primer «Escribo», como fórmula alquímica del universo.

10) Si la fórmula anterior es definida como tal, el acto supone un proceso de especulación, en donde la escritura forma una lectura del otro lado de la línea.

11) La lectura estipularía otro proceso de lectura, con las mismas posibilidades de su escritura, e igualmente inversas a la proposición de cambio y estupor.

12) Si se lee y se escribe, el centro no existe en el texto, sino en la persona que escribe/lee, lee/escribe.

13) Pero la voz del texto no es definida. Sí en la portada del libro, mas no en la voz interna del texto. La escritura y lectura es impersonal.

14) El punto anterior es debatible, puesto que si la escritura de «Escribo» es impersonal no se podría atenuar una experiencia lectora alejada del yo.

15) Aún así, toda lectura se propone como escritura y viceversa. Si la escritura se propone como impersonal, la lectura debe ser la misma y así arrojar a distintas experiencias posibles.

16) El centro no es más que el desglose de otro centro, que indica otro centro, que indica otro centro.

17) Y si concede un «Escribo. Escribo que [no] escribo.» puede romperse el proceso de creación del universo.

18) La conjetura anterior sólo puede existir si se le aplica una intención de exterminar el texto. Hecho totalmente desplazado por la conformidad de abrir un texto al abordaje, para negarlo y así, volverlo posibilidad de lectura.

19) El sujeto aún sigue ausente, por lo que confiere todas y cada una de las posibilidades, incluso fuera del lenguaje.

20) Lo único que no se escapa es la posibilidad de la escritura y por lo tanto de la lectura.

21) Entrar en la lectura de “El grafógrafo” es vivir atado, por siempre, a escribir/leer – leer/escribir.

12.24.2010


He visto al hombre que ve. En su oscuridad de lentes, espera una señal de lo ya visto. 'Está ahí', lo sabe, lo ha vivido. En sus ojos extiende la vista de lo observable. Recibe señales de retina. Cada noche el silencio llama y así mira, como prueba, al hombre visto, que ve. 'He visto al hombre que ve'.

11.29.2010


http://circulodepoesia.com/nueva/2010/11/muestra-de-poesia-actual-de-zacatecas/


Con el agradecimiento especial a Ana Corvera por la inclusión

y publicación.

«Poemas Panegíricos» dedicados a Alejandro García Ortega,

el maestro.

Revista electrónica Círculo de Poesía.

11.24.2010



III Symposium internacional de historia de las masonerías y las sociedades patrióticas latinoamericanas y caribeñas
MASONERÍA, INDEPENDENCIA, REVOLUCIÓN Y SECULARIZACIÓN

Próxima participación:
Jueves 2 de diciembre de 2010, 17:00 horas.
Texto: Del templo a la palabra. Rescate filológico y estudio mitocrítico de cinco liturgias Francmasónicas.
Palacio Nacional. Recinto de Homenaje a Don Benito Juárez. Segundo Patio Mariano.
Ciudad de México, Distrito Federal.

11.22.2010


Con las gracias al Cuerpo Académico "Perspectivas Metodológicas de la Interpretación" por la publicación.

11.16.2010

En la isla de Patmos


Lancé una mirada al mar. Me golpeó la espalda, enfurecida, por no saber la inmensidad que ella había visto.

11.09.2010

La Disputa del Sacramento



Uno de los principales problemas del cristianismo es dar rostro a su divinidad. Son tres y uno, con características distintas. El marco y/o diferencia que establece el cristianismo es que ellos no vieron esa voz que sí vio Moisés y el pueblo judío, como Dios/Lenguaje Escrito [Las Tablas de la ley] y Oral [El Arca de la Alianza]. De ahí las diversos rostros. El renacimiento se encargó de perpetuar su rostro cristiano. La obra de La creazione di Adamo de Miguel Ángel muestra a un Sócrates tratando de entregar, estirándose, el conocimiento. Adán lo recibe con soberbia y desdén.

Rafael Sanzio pintaría la Disputa del Sacramento1, obra que es una muestra de los niveles de la disputa del misterio1 de la última cena y el cuerpo de Cristo. Si la mordida de la manzana nos dio la conciencia de la muerte, la última cena es devolvernos esa inconsciencia de la muerte.

Mientras estaban cenando, tomó Jesús el pan, y le bendijo, y partió y dióselo a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed; éste es mi cuerpo. Y tomando el cáliz dio gracias,lo bendijo y dióselo, diciendo: Bebed todos de él. Porque ésta es mi sangre, que será el sello del nuevo testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de los pecados.2

Es decir, comer y tomar el cuerpo del hombre, del hijo de Dios, sin la conciencia de que es hombre; sin el precedente de saberse caníbales y, por lo tanto, perder esa idea de muerte. Es el regreso a la inmortalidad en el acto de comernos al Mesías. La última cena y la imagen de pan/hostia y vino son metáforas de un nuevo testimonio que los cristianos levantaron, dudaron, reflexionaron, cuestionaron y filosofaron3.

La obra de Rafael Sanzio marca tres niveles para la interpretación del rostro de Dios. En el espacio griego, se encuentran teólogos, autoridades eclesiásticas y padres de la Iglesia discutiendo el problema teológico y filosófico del lenguaje divino. Atrás de ellos, la mirada y el desdén soberano de Dante. Al centro, la hostia y/o símbolo del nuevo testimonio, la inconciencia de la muerte y, por lo tanto, la inmortalidad del hombre. Sobre sí, La Palabra, los libros fundamentales del Nuevo Testamento con la iluminación e inspiración del ave mensajera que da las fuentes de la lengua. En el centro, Cristo junto con la tradición mítica del pueblo judío, en la legitimación de su condición de Mesías o "Ungido": Salomón, Moisés, David, entre otros. Al fondo, el Dios Padre en su eterna postura Socrática, con su Palabra Oral y Escrita, en la cima del rostro y el Origen mismo.

______________________________________

1Recordemos que Sacramento y Misterio es lo mismo. Las dos palabras provienen del vocablo griego que significa secreto.

2Evangelio según San Mateo, Cap. 26, Vers. 26-28.

3Aún lo hacen.

11.02.2010

Los Querubines


"Los querubines son dos iguales. Si se parte de uno, existe otro, el otro. Uno y otro. Otro idéntico que conoce a la perfección al uno y que mira la posición análoga pero opuesta de sí. Están en el lugar del uno y del otro. En el centro, sus labios no se tocan, no se abren, no se cierran. Los ojos están a la espera de La Palabra y la única división que tiene es el rostro de silencio del Oráculo. Sólo que ese rostro es la imagen de la totalidad. El verbo existe porque previo a él existió el silencio y el vacío. Los querubines miran, escuchan, tratan de hablar, cierran los labios, abren sus ojos ante el vacío de la totalidad, la tesis y la antítesis de la divinidad. Tesis y antítesis que no afirma una dicotomía de verdades, verdad/falsedad, sino que manifiesta la imagen del principio como final y el final como principio; partición de si/no/si/no, eternidad e infinito de la imagen. Posibilidades infinitas. Los querubines jamás se tocan, únicamente se intercambian de posición en esa principio/fin de ciclo."

[Extracto de El mito del Templo, el mito en el Templo y el Templo en el rito. Mitocrítica en la Catedral de Zacatecas y la liturgia masónica El verdadero Fracmasón… de 1824.
Viernes 5 de Noviembre, 10:30 horas.
Sala Antonio Aguilar, Cineteca Estatal de Zacatecas.
Zacatecas, Zac.]

10.26.2010

Antes, muy antes

La forma del vacío
Pienso que el sueño existe porque existo;
pero si contra el mundo cruzo rostros
y de ligeros vientos alzo vuelos,
túnicas que no han de vestir estatuas,
y con palabras que después desaparecen,
violadas de improviso,
evoco su mirada y sus palabras: "cielo", "vida"
que eran como un andar a oscuras,
tan tristes como yo y como mi alma,
como cuando la noche se derrumba
y viene hasta mis manos decaída,
pienso que existo porque el sueño existe.
Puedo encontrar las huellas que abandono:
la mujer que una vez amaba,
sus brazos, sus cansancios, su mirada
y su visible pensamiento,
olvidada columna en mi memoria,
y todo lo que puedo enumerar:
la tarde que a su lado había,
la noche de su voz y la desierta
despedida de entonces.

Pienso también: "La tierra es mi enemiga",
mas los seres que habitan su amargura
defienden mi existencia,
luchan con mi tristeza y cada día
presiento que he de hallar diversas tierras,
otras miradas, nuevas formas
hacia mi sueño transportadas,
hechas amor o cándidas caricias
como viajeras que en lo oscuro mueren
sin conocer la tierra donde yacen.

Encontraré también nuevas tristezas,
ojos que ya no miran, cadáveres vacíos
y otra vez el recuerdo de sus ojos,
el anhelar sediento que abandonaba en mí,
su muerta voz, su despedida.
Pero jamás conoceré mi propio sueño,
el alma que pretende defenderme,
mi corazón vacío, ni mi forma.


Alí Chumacero
1918-2010
[La voz perdurará]

10.18.2010


Nunca creí ser novohispano.
Próxima participación: Viernes 5 de Noviembre, 10:30 horas.
Texto: El mito del Templo, el mito en el Templo y el Templo en el rito. Mitocrítica en la Catedral de Zacatecas y la liturgia masónica El verdadero Fracmasón… de 1824.
Sala Antonio Aguilar.
Zacatecas, Zac.

10.11.2010

You can never hold back spring

A Elsy, por su bello nombre…


Querida Elsy:

Hace tiempo que quisiera ver al mar alejarse tan desesperadamente de la orilla, ante el vuelo iracundo del halcón. Imagen frenética, tan lúcida, como los remolinos circulares sobre una fotografía representando el movimiento, sobre una pared. Es cuestión de perspectivas, dirías sin advenimiento a dicha marejada de ostentación. Algunos días atrás me vino a la mente aquella película que reímos, suspiraste y hablamos mucho. Me imaginabas con la enorme ropa interior blanca, en aquél recinto simulando un altar, y tú, lenta al caminar, palpitando las palabras sobre tu mano bajo la música de Tom Waits. Ahí fue donde conociste la manera más servil de luchar en contra del tiempo y del sendero. Un Jorge Luis Borges que se molestaba con el clásico sonido de un celular, un Alberto Moravia que reía con sus ojos encrespados, una Marguerite Yourcenar risueña a la mofa del espíritu. Llamabas a ese encuentro la manera más digna de que la nieve fuera el centro del tigre, que las circunvalaciones y las palabras torcidas parecieran habituarnos al profundo terreno de lo inconmensurable. Yo tan sólo guardé silencio en aquella tarde de copos otoñales, de un naranja que combinaba con el color de tus mejillas.
La siguiente ocasión preguntaste, con tu peculiar belleza de inocencia, sobre aquella dama de ojos abiertos. Desesperado, busqué aclararlo con algunos amigos aficionados al cine y me respondieron con el nombre de la francesa. En mi fingimiento, dije en definitiva, que era Yourcenar, escritora como algunas del Siglo XX, así, sin el beneficio testimonial de su obra. Lo creíste de un trago sin objeción, mas luego me pediste, en una carta, mi opinión acerca de algunas entrevistas que le hicieran en un canal argentino.
A decir verdad, siempre odié los círculos conversacionales que hacías para parecer de gran talla literaria en el café, pues la mayoría de las veces me veía forzado a fingir mis posturas, mis centinelas, mis apuestas. De tal manera, quise emprender una lectura obstinada, con el único afán de construir y defender una trinchera que amalgamara aquellas situaciones, de las que siempre conducías con un aire vacío, pero con esa sonrisa que nunca se alejaba de mi almohada, tu eterno camino hacia los mares.
Puedo decir que toqué fondo en sus imágenes. En nuestras cartas, nos deleitábamos pensar que manejábamos una parte de su estilo. Las cartas nos venían bien, pues hablábamos y dejábamos el pellejo de nuestras sensaciones, la única prueba de haber sido iniciados en el cementerio panteísta. Ese tono epistolar reflexionaba la narrativa de nuestros pesares. Poco a poco daba cuenta de sus terrenos insulares, de sus palabras y sonidos serenos, de sus olas queriendo escapar de la tierra.
Cuando yo pensaba en la escritura de Yourcenar sobre el ritual de Eleusis, te sorprendías saber que ella no practicaba el feminismo. Era otra cuestión de perspectivas, decías. Recuerdo aquella carta donde te mostré el sentimiento de madre nodriza que ella debió sentir, cuando se imaginaba caminar despacio, sobre el suelo-roca con el camino lleno de velas, hacia la circunvalación del templo. Un círculo, un óvalo, una estrella, un cuadrado, la tesitura exacta del discurso bajo el agua, el verdadero encuentro de la belleza resguardada por dos ángeles. Parecía absurdo reiterar ese hecho: la mayoría de las preguntas que le hacían iban encaminadas al mero acto de políticas públicas y no del rito; se repetía sin cesar, -Estoy contra el particularismo de país, de religión, de especie. No cuente conmigo para hacer particularismo de sexo. Le parecerá paradójico, es conformista, desde el punto de vista de la institución social, en el sentido de que la mujer parece aspirar a la libertad y a la felicidad del burócrata que sale cada mañana, con su portafolios bajo el brazo, o del obrero que ficha en una fábrica. Este homo sapiens de las sociedades burocráticas y tecnocráticas, es el ideal que la mujer parece imitar sin ver las frustraciones y los peligros que implica, porque en esto, igual que los hombres, piensa en términos de beneficio inmediato y de “éxito” individual-.
Siempre te lo hice saber, prefería mantener esa imagen que dejó entorno al poeta. Las palabras son el eterno juego y las entonaciones que se deben hacer están empleadas en la multiplicidad de traducciones a la imagen francesa de joer, Le poète doit jouer avec les mots, Le poète doit jouer avec les mots, Le poète doit jouer avec les mots; el poeta debe jugar con las palabras, el poeta debe tocar con las palabras, el poeta debe representar con las palabras, el poeta debe interpretar con las palabras. Constituye una batología de lo que definimos como una batología, redes de significación itinerante, suculenta, eterna en la medida de nuestras posibilidades, las de creación.
Fue ese instante en que creímos a Marguerite escribir sobre su estrado, fraguando un sueño que se adhiere en el pasado, una relación humana con el instinto y el sentimiento. Una y mil veces recuerdo que suspiraste; nuestro amor no definía edades ni distinciones; la humanidad está destinada a volcarse en la comunión eterna con lo sagrado, principalmente los iniciados. Por eso, plasmaba el juego de la palabra adherida con los rituales más bellos, las palabras litúrgicas y los ritos que tantas veces participamos; ‘Éste es mi cuerpo y será entregado por vosotros’, sentíamos.
Ahora lo recuerdo, fui yo el que quiso hablar de Adriano. Su mesura y su decisión me mantenían exorbitado, palidecía al constatar que sus grandes memorias no eran las guerreras, los monumentos espectaculares, la fama de sentarse en Roma. Antes bien sentía a ese hombre servil con atares del trabajo y los días. Sus lecturas de Hesíodo y los poetas griegos le daban un aire, no divino, sino humano.
Creía fielmente en el trabajo diario de un pueblo. Era otra cuestión de perspectivas, concordábamos. El que Adriano supiera que la mejor unidad de la Roma, aquella naciente de un mito –nodriza de la actitud de las ideas–, era la diversidad de pensamientos. Cada pueblo era constante en sus maneras y no parecía permisible instaurar algunas metrópolis, sobre todo en las fronteras del reino, que fueran dirigidas por militares extranjeros.
-La paz era mi fin y Aceptaba la guerra como medio para la paz, toda vez que las negociaciones no bastaban-, Adriano mantenía las constantes situaciones hasta el último procedimiento. Parecía ser cosa del sentido común, pero, incluso en estos tiempos, es difícil hallarlo en cualquier situación cotidiana. Se jactaba de tener un gobierno que, con la fuerza en sus manos, no condenaba a los mendigos, siempre y cuando no tuvieran oficio.
La lectura frecuente a los poetas hizo que sus emociones fueran hacia el camino de lo sensible y su construcción como templo. El proyecto central, tanto en el Adriano, como en su Roma, era destinar todas las obras hacia la belleza. Responsabilidad sabida por entero, el emperador buscaba el mejor sitio para ver a Roma, desde Britania e Itálica, hasta Palestina e Israel. Todo el sistema constituido en esta red de senderos se encontraba basado en lo erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistirían precisamente en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo. En una filosofía semejante, la voluptuosidad sería una forma más completa pero también más especializada, de ese conocimiento al Otro, una técnica al servicio del conocimiento de aquello que no es uno mismo.
No obstante, Elsy, prestabas mayor atención a la muerte de Lucio. Una cabalidad sentada en el sacrificio de una orden que no podía ser desobedecida. Te llenabas la cabeza con buscar la fórmula y así, unir las caras fragmentadas de Osiris. Un ritual, hecha por una maga fenicia, que veía en el sacrificio animal el mejor contacto con lo divino, aunque su aspecto fuera por demás grotesco.
Debo confesarte, Elsy, que me perturbé al ver esa imagen en el texto. No podía concebir a la maga tomar al halcón en sus manos, verlo a los ojos e inventarle un sueño para que no sintiera la pesadez del ritual. Luego, en el dolor de los presentes, ahogarlo en el río simulado de Osiris, entronizar las alas en movimiento y dejarlo pasar, con su vuelo, al sueño que buscará cada una de sus partes; con el único propósito de encontrarse en el final del río y salir de su cuerpo, al nuevo.
Quisiera guardar silencio, pero sé el valor que tiene una palabra no dicha, una pausa momentánea en la estructura de la música y el poema. No creí que fuera el principio de tu Antínoo, ser. Eso para ti, no fue cuestión de perspectivas.
Compartías conmigo ese ritual de Eleusis y Adriano. Lo imaginé iniciado, caminando lentamente en el sendero lleno de velas y de listones blancos y rojos, a la entrada del templo. El Hierofante y la Madre Nodriza esperando, con el rotar de la palabra en Yourcenar, una plasticidad, un eterno devaneo en la caída obligatoria de los tres viajes. Frente a la puerta, los golpes al templo, una entrada mortuoria llevada hacia el sumergir del cuerpo, salir de la isla helénica para nacer en otros mares, en otros ríos. Orfeo cantando desolado, la mirada fija en la llanura y el pleno saber que cada uno de nosotros entroniza su búsqueda, culmina la presencia mítica en el sentimiento avasallado por el deseo. Ese caminar, Elsy, sí, debió ser lento, esa música de la imposibilidad del sueño en primavera, del sombrío sueño de invierno.
Ahora entiendo a Yourcenar –que escribe– la esperanza de armonizar a los humanos, sin distinción, sin particularidad. Todo accionar arquetípico del hombre y la voluptuosidad a la palabra y al pasado, al amor y a la muerte. El encuentro con el pasado, que logra invocar la imagen completa con nuestro presente como agua. Creer que el tiempo es la mejor forma de orar, vivir en la sensibilidad del viento, caminar alrededor de un ara natural para las evocaciones. No lo sabía, constituye el ritual de orar las cosas, el panteísmo secreto que ahora guardan mis palabras. Amé la forma en que tu viento movía las hojas, el sonido, la tibieza ofrecida por la sombra y su vista, en dirección al mar, tan alta y majestuosa.

Repetiste ese último viaje-
/Yo como Orfeo, / You can never hold back spring / Mínima alma mía, / que no ví la mordida de esa víbora. / You can be sure I will never / tierna / Las velas estaban en línea, / Stop believing / y flotante, / los listones se apegaban sobre el malecón hacia el mar, / The blushing rose that will climb / huésped / el eterno río. / Spring ahead or fall behind / y compañera de mi cuerpo, / Levantaste las manos y seguiste, / Winter dreams the same dream every time / descenderás a esos parajes / con el aire simulando el vuelo. / Baby, you can never hold back spring / pálidos, / Elsi - Eurídice - Lucio - Antínoo / And even though you've lost your way / rígidos / halcón que trata de quedarse quieto ante el sonido del río. / The world is dreaming, dreaming of spring / y desnudos, / Te marchitaste y me veo como Adriano / So close your eyes / donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. / divagando la prohibición del suicidio, del propio y del lenguaje. / Open your heart / Todavía un instante / Mientras, te duermes, / To the one who's dreaming of you / miremos juntos / para no tener que sentir la pesadez del ritual. / And you can never hold back spring / las riberas familiares, / Y he volteado a verte, / Remember everything that spring / los objetos que sin duda / creer con todas mis fuerzas las palabras religiosas de tu búsqueda, / Can bring / no volveremos a ver… / la comunión cíclica de nuestro tiempo, / Oh baby you can never hold back spring / Tratemos de entrar en la muerte / el tributo dejado bajo la boca del designio, / Baby you can never hold back spring / con los ojos abiertos… / en el altar sobre las olas, /
-de noche.


S. L.

8.27.2010

Ella me dijo fervientemente que mirara a la Luna. No era necesario, respondí, me encuentro en la parte más oscura de su ombligo.

7.31.2010

"El Big Bang ha muerto" o era Dios

El mexicano Alejandro Corichi Rodríguez Gil demuestra que hubo un "antes del Big Bang". Hecho que da vueltas (o debe hacerlo) a nuestras mentes, si se piensa que ese lenguaje científico lleva a un lenguaje mítico, mas verificable, por supuesto. El Big Bang era un punto que explotó y así se creó el universo. La relatividad confirma que el movimiento de la masa se hace en relación al primer punto, es decir, al Bang. De ahí el cambio de la epistemología y de la física del siglo XX. Como ya antes lo había mencionado Barthes en sus Mitologías el creador de la ecuación de la relatividad se convertía en un mito, en el momento de plantear, en un lenguaje inaccesible para simples mortales, la esencia de la materia (como una fórmula alquímica). Esas ideas, la de la relatividad y la del Big Bang, fueron adoptadas por el hombre del siglo XX en una imaginería del lenguaje, en forma de mito. Si bien, el Big Bang que percibimos no es claro, ya que ahora se puede estar expandiendo o retrayendo, siempre, en el principio fue el Big Bang.
Como en el principio fue Dios, o ¿tal vez no?
"Hubo un estado del universo en el que éste se contraía.
"Se conoce como el Big Crunch, parecido al Big Bang, pero en el que se encogía y tendía a desaparecer, lo que también ocurriría si a nuestro universo en expansión lo viéramos hacia atrás en el tiempo.
"Los efectos cuánticos de la gravitación detuvieron la contracción y crearon una fuerza de repulsión lo suficientemente intensa para detenerla y generar en el universo, con gran velocidad, una fase de expansión.
"Ahora, el universo se ve como si hubiera nacido de una gran explosión, o Big Bang, cuando en realidad habría sufrido un gran rebote, o Big Bounce, de la etapa en contracción a la etapa en expansión"
¿Se alude a una blasfemia? ¿Es decir que antes del Big Bang existió otro Big [Bounce)? ¿Se descubrió un texto científico de carácter apócrifo? ¿Tenía forma de Cronos o de Urano? ¿Entonces, la ciencia por fin acepta el tiempo como espacio cíclico, in illo tempore?
El debate sugiere muchas preguntas, no así respuestas. El positivismo sólo entregó un conocimiento "amontonable" pero a la vez inservible. El tiempo, por lo tanto, no es ni historicista ni evolutivo. Tantos años de investigación para caer en lo que ya sabíamos (y de qué manera, poesía, ritos, mitos, metáforas, templos, etcétera), el tiempo es circular y no evolutivo. La luz de Prometeo se apaga en su versión del siglo XX. Se debe abogar por una lectura al mito, a ese rayo que no es más que la violencia del lenguaje de Apolo, el Dios del Sol, de las artes. Resulta más interesante la muerte de Dios de Nerval y compañía, la Teogonía de Hesiodo, que la explicación del "Big Bounce".

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http://mx.news.yahoo.com/s/31072010/90/tecnologia-demuestra-mexicano-hubo-big-bang.html

7.24.2010

Hace mucho que había leído este soneto. En verdad fue muy bueno reencontrarme con su voz:

POSESIÓN
Se nublaron los cielos de tus ojos,
y como na paloma agonizante,
abatiste en mi pecho tu semblante
que tiñó el rosicler de los sonrojos.
Jardín de nardos y de mirtos rojos
era tu seno mórbido y fragante,
y al sucumbir, abriste palpitante
las puertas de marfil de tus hinojos.
Me diste generosa tus ardientes
labios, tu aguda lengua que cual fino
dardo vibraba en medio de tus dientes.
Y dócil, mustia, como débil hoja
que gime cuando pasa el torbellino
gemiste de delicia y de congoja.

Efrén Rebolledo

7.10.2010

La necesidad del Pulpo


Hace unos días platicaba con algunas personas (de corte científico) que con furia me reclamaban el sentido falso del mito. Yo no lo podía creer, afirmaban un mundo sin imágenes, sin sustancia imaginaria; su única representación esencial del mundo era la famosa escala binaria y verde de números otorgados por la película Matrix. Yo sostenía (aún lo hago) que al final de cuentas, esa propuesta de la sustancia de conocimiento era una manera imaginaria, puesto que los números -en su obstinada comprobación- no se pueden tocar. La discusión terminó con la noche y la bebida.
Lo inédito sucedió hace algunos días, todo por supuesto en el marco del Mundial de soccer en Sudáfrica. Las mismas personas estaban totalmente convencidas de la capacidad profética del Pulpo. Era como un cambio de mentalidad, de cerebro. Sus hipótesis y favoritismos se anclaban a lo que el Pulpo decía, o mejor dicho, hacia donde el pulpo movía la pelotita en el agua. Frase ya común: "El Pulpo no se equivoca".
Salí fastidiado de dicha plática. Me niego a creerlo. Por supuesto que tengo en mente y creo, además, que el hombre necesita un aferramiento o mejor dicho una seguridad del futuro, que le pueda dar una justificación plena de su pasado y su presente perpetuo. Los tiempos deben ser mejores. Por ello a voz y el aliento que, no es algo gratuito, alienta, te llena de voz y de seguridad. El oráculo de Delfos y su sitio; el Tabernáculo, las tablas de la ley y lo oral; los Templos y la Biblia, son resguardos de esa palabra, de ese aliento que si bien no consta de algún hecho tangible, al menos (no menos, claro) otorgan una maravilla y ensoñaciones de símbolos, imágenes, palabras, creaciones, etcétera.
Me niego a creerlo. Prefiero hacer caso a esa palabra de Tiresias el andrógino, al Moisés que arrojó, con violencia, las primeras tablas de la Ley a becerro de oro; al Hermes que aparecía como principal mensajero; a las Ninfas y la luz de Apolo; que a un simple pulpo con una pelitota, en un frasco con agua, con 20 científicos "comprobando" su nula y coincidente verdad.

7.08.2010

El rayo de Zeus, el Sol de Apolo y la caverna alumbrada


Es la violencia del lenguaje. La trama oculta y el pacto, en silencio, que otorgaron los dos dioses de la luz. Uno en su rayo violento, el otro en la delicadeza, en la fortuna de agrandar las formas y la palabra. Bien lo supo Prometeo, por ello no le bastó robar una flama, lo hizo en toda su violencia y el efímero. Más la caverna sigue oscura, El progreso no se afana de un proyecto dominador y positivista; tener la palabra es tener la manera de dominar los límites del mundo, su agonía. La llama, el rayo, sólo condicionó una vida "confortable" en la caverna; la palabra, el lenguaje, la grandeza de la luz te contiene en formas inherentes, infinitas, inabarcables. René Magritte lo entendió por entero. No sólo jugó con su destreza de las palabras y las cosas, sino que llevó a su poética a los límites de su lenguaje-poética, tanto de la pintura, de la palabra, de la cosa en sí misma. Con su forma y pincelada, los estadios salieron a la muestra del mundo, a sus fronteras. La llama sigue ahí, consumiéndose, con un fin anunciado y predecible; no obstante la obra se encuentra situada en el centro de la luz y sus designios y, salvo por una suerte de amapola, la pintura será eterna. El hombre se ufana de controlar la llama, de levantarla en la cima de la oscuridad. No tiene la fortuna de que mientras el mundo no se nombre, afuera seguirá estando intermedio el silencio, la sutileza, la llama y en al fondo, en la noche, el hombre y su miedo, su condición.

6.28.2010

En el Ombligo de la Luna

Me siento extrañado y al mismo tiempo con tanta familiaridad. Es una rareza de sentidos, de estados de ánimo; una vertiginosa muestra de lo que La Ciudad ofrece. De alguna manera creo que me vuelve y me jala, me dislumbra y me toma en la noche. Alguien dijo alguna vez que pararse en el centro del mundo era como la mitad del cuerpo en el abismo al vacío y la otra mitad llenarse del todo, de la conciencia. Así me siento. El Ombligo de la Luna me ofrece una bajara de posibilidades, alientos que desbordan deseos móviles y fijos. ¿Quién podría decirse que está en el centro, en el pleno centro, si La Ciudad, el Ombligo de la Luna rompe y atrae cada fórmula y viento, palabra y agonía, sonido y silencio?

6.23.2010

Y te tardas la vida esperando,
rezando por cada minuto que pasa en las horas.
Se siente lejos, tan lejos que ni la ausencia
logra tocarnos los tobillos con una pinza de laurel,
con una marca que se piensa en travesía, en ejercicio.
Pero un día llega, en el aliento, y la tienes,
y pesa saber que la tienes.
La logras sacar de un respiro, de una oclusión, de un grito,
la palabra se viste en tu locura.

6.18.2010

José Saramago...


¿Qué sucede cuando la voz se ahoga, cuando el aliento interno se bifurca y sale de sí, de su morada, para no volver a volar?
El giro de la palabra se extiende para concentrar la metáfora de su vida en la vida, sobre su muerte en la muerte. José Saramago nos deja una clara enseñanza, que en realidad vivimos pero que no somos capaces de admitir. El hombre tiene la necesidad de nudos, de crisis, de finales y, aunque sepamos el final de la historia, nos absorta de la mano por su genialidad de escritura. No sabemos el lenguaje, aún, si no somos capaces de desentrañar la metáfora.
No pidamos un minuto de silencio, mejor bebamos varias horas de su aliento en su obra.

6.06.2010

Poema para un cumpleaños

VINO A LEER
Vino a leer. Dos o tres volúmenes
están entreabiertos: historiadores, poetas.
Mas apenas leyó diez minutos
cuando renunció. Dormita sobre el sofá.
Está consagrado del todo a las letras,
pero tiene veintitrés años, y es tan bello.
Y esta tarde el amor pasó
sobre su cuerpo perfecto, sobre sus labios.
La pasión se apoderó de esta carne
habitada por la belleza
y sin pudor alguno por el género de sus goces.

Constantino P. Cavafis.

6.02.2010

SQ, Primera Entrega

Ed è subito sera
Ognuto sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole:
ed è súbito sera.

Y de súbito la noche
Cada uno está solo en el corazón de la tierra
traspuesto de un rayo de sol:
y de súbito la noche.


Òboe sommerso
Avara pena, tarda il tuo dono
in questa mia ora
di sospirati abandoni.
Un òboe gélido risillaba
gioia de foglie perenni,
non mie, e smemora;
in me si fa sera:
l´acqua tramonta
sulle mie mani erbose.
Ali oscillano in fioco cielo,
labili: il cuore trasmigra
e dio son gerbido,

e i giorni una maceria.

Oboe sumergido
Avara pena, tarda tu regalo
en esta mía hora
de ansiado abandono.
Un oboe gélido reformula
alegría de hojas perennes
no mías
y la memoria,
en mí, se hace noche:
el agua tramonta
sobre mis manos hierba.
Al oscilar en negro cielo
lábil, el corazón emigra
y dios sin cobijo

y los días un escombro.

Cuando la noche cae en tus manos, un libro

[Pequeño prólogo en la súbita traición de una palabra y el poema.]


Siempre he sugerido y pensado que los libros llegan a los lectores y no viceversa. Es un encuentro inesperado y, a la vez, feliz, estridente, vivo. En sus letras, los libros destinan al menos una palabra, un sentido, una nota, una referencia, un significado. Los libros argumentan un nudo de memoria, individual o colectiva, en la experiencia vital de la humanidad y su cultura. Cuenta el tiempo de la cuenta, el principio, presente y final –en sus posibilidades de estructura– del tiempo y la cuenta.
La poesía se aguarda y presupone como la más íntima de las voces que se pueda trazar en un libro. Su conjetura se plantea como un tiempo sin tiempo, formulado como una esfera controlada por el ser agustiniano. Se trata tan sólo de sentir las notas en sentido, apropiarse de la voz y el aliento, sin la necesidad de conformar un dogma o interpretación ontológica de lo que se pronuncia. A propósito del teólogo ya mencionado, Borges en alguna conferencia sobre el enigma de la poesía mencionaba: “San Agustín dijo: «¿Qué es el tiempo. Si no me preguntan qué es, lo sé. Si me preguntan qué es, no lo sé». Pienso lo mismo de la poesía.”1
De esa forma, los libros mantienen el aliento poético del hombre, sea cual sea su espacio, tiempo, periodo. Se podría afirmar que el mundo sigue ahí, que la noche, la eterna sonrisa de figura de los dioses y la vista humana siguen presentes, vivos. No obstante, el hombre se considera carne, cuerpo o ánima en la medida en que su cultura lo obliga. Es ahí la única decisión que tiene lector frente a los libros, tomar su nudo de memoria para concretar la caída del sol sobre el horizonte marino, la significación del símbolo. De ahí las posibilidades del aliento. Más aún, ahí el vértigo del día, “Y de súbito la noche”.
Salvatore Quasimodo se ancla en el tono personal y agónico de un tiempo y una cultura. Su poesía se caracteriza por la noche del tiempo y los pesares, la agonía de un dios que ha dejado al hombre solo en sus sollozos. Por ello la formación de una arquitectura del verso marcado por el gélido sonido del oboe y la palabra. Sus estrofas se incrustan, de manera tajante, en un tiempo necesitado de una voz que la hiciera escapar y, así mismo, mostrarse en la fortuna de ser carne, cuerpo y ánima.
Para su agonía, es carne por el grito ahogado de la partida del hombre , “Signore, mio asilo:/ misericordia!”2 ; para su asombro, es cuerpo en el perfil de papel humano, “Avara pena, tarda il tuo dono /in questa mia ora /di sospirati abandoni” ;3 para su mente, carne y cuerpo, es ánima en la fortuna de sentirse en el mundo, “Ognuto sta solo sul cuor della terra /trafitto da un raggio di sole: /ed è súbito sera. ”4
Argumentando un sonido como el de un «Oboe» , sus palabras se articulan o, mejor dicho, se entretejen en la sonata oscura y tenue de una forma. Su poesía está cargada de una elaborada arquitectura del verso, conjugando con la posición de las palabras y, así, creando un juego de sonidos. Toda una poética digna de ser leída y releída en el mundo iberoamericano.
Además de su postura poética, considero dos puntos importantes para su traducción. La primera tiene que ser entendida como un acto de relectura, de refrescar y presentar al autor, a 109 años de su nacimiento. Es un autor, robando sus propias palabras, súbito, sumergido en las dificultades de un siglo que vemos ahora lejano, que toca a nuestras generaciones reflexionar sus palabras. Es una lectura de principio de siglo, de un autor proclive en el principio de otro siglo, el pasado, el antecedente. El segundo punto resulta un acto de generación y, a la vez, re-lectura colectiva. Salvatore Quasimodo perteneció a la generación de Eugenio Montale, quién ha sido hace poco traducido por Fabio Morábito. La traducción de Quasimodo trasciende una lectura generacional, de hechos, poéticas, tiempo y espacio.
Por ello, presento a cuenta gotas los reflejos nocturnos de una poesía cargada de noche, de sonidos de canto y aliento. En la superficie de su aliento penoso, sucede una parafernalia en la voz de Quasimodo, una fortuna de entrar en la noche, caer en la solemnidad individual y acto de memoria, para agonizar en la soltura única de un poema, un libro.


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1BORGES, Jorge Luis, Arte poética, Justo Navarro (trad.), Edit. Crítica, España, 2002, pp. 35.
2QUASIMODO, Salvatore, Ed è súbito sera, Arnoldo Mondatori Editori, Milano, 1947, pp. 94.
3Ibíd., pp. 75.
4Ibíd., pp. 139.

5.28.2010

¿Y ahora, la pandemia cibernética?

Entra, en su forma puntiaguda pide permiso para abrir y le manifiesta las diversas funciones que puede realizar. El otro, el controlador, elige a doble click, entusiasmado, con la tarea de marcar una espina en su seno. Se abren las funciones, se manipulan, se dan la mano, se dejan, se borran, se recuperan, se dan cuenta eternamente de su inexistencia del uno sin el otro. Es una relación de necesidades múltiples, laborales, ocio, conjeturas, soporte de imágenes, juego de palabras. De pronto aparece, un anuncio en rojo, un alerta diferida y que causa miedo al controlador. Inmediatamente se ponen diversas propuestas: poner en cuarentena, eliminar, sanar, restaurar. Si no se toma en cuenta el aviso, se puede llegar a extremos literarios: Troya en el cuerpo; Gusano Severino en la estructura molecular; Lepra oníricamente verde y cayendo en números.
Suponía sólo un desperfecto de controlador, de códigos binarios, de lenguaje virtual. Ahora se concibe en la palma de la mano y daña por entero las funciones del organismo, las neuronas que son comidas como un festín de Mantis religiosa, como una guerra situada por Dioses Controladores de rasgos faciales de japonés.
¿Será una pandemia? ¿Se tiene entonces que lavar constantemente las manos al tocar el teclado; usar cubrebocas si se habla por el Messenger; estornudar hacia los codos si, en ese preciso instante, se mira una fotografía en Facebook? ¿Y los síntomas: el cuerpo perderá toda su memoria; los movimientos de cuerpo serán más lentos por el daño en el sistema RAM; la música que salga de la boca estará cortada por la inestabilidad del código y saturación de tareas; las imágenes del recuerdo serán borradas sin tomar en cuenta una depuración del controlador? ¿Qué pasará con las instituciones de salud para restaurar el daño: el NOD32 tendrá oficinas legales en el IMSS; habrá una ley del trabajador virtual; las inyecciones serán una memoria de 4 gigas; las pastillas serán los discos compactos?
Lo más importante, ¿habrá expresiones literarias, como el Decamerón, que salgan del encierro obligatorio para evitar el contagio?

5.24.2010

Eterno canto de noche.


Supone una caída a la sensibilidad, un simulacro, una vereda. Conforma un despilfarro de memoria, con la cabeza apoyada de raíz, sin fortuna, al viento. Esa imagen ilumina, su media luna en galleta para dar certeza del sueño y, así mismo, la promesa del despertar agónico, endeble, sin el gusto de hacerlo.
¿Y los libros debajo de su cuerpo?
Llana, azul, etérea, la noche reafirma el devenir de los pensamientos, un ritual de la memoria en el sueño, una hojeada del silencio y el canto. Serás Orfeo, sin nombre (Hocks), y portarás el instrumento de tu canto, velarás las expectativas de un viaje hacia la nada para encontrarte precisamente con lo que ya sabrás, la nada. Así lo traerás hacia la tierra, propagando la sutileza del canto, resolviendo el silencio de noche. Mientras tanto la luna seguirá ahí, como parte conjetural de tu viaje:
Supondrá una caída a la sensibilidad, un simulacro, una vereda. Conformará un despilfarro de memoria, con la cabeza apoyada de raíz, sin fortuna, al viento. Esa imagen iluminará, su media luna en galleta para dar certeza del sueño y, así mismo, la promesa del despertar agónico, endeble, sin el gusto de hacerlo.
¿Y los libros debajo de su cuerpo?
Llana, azul, etérea, la noche reafirmará el devenir de los pensamientos, un ritual de la memoria en el sueño, una hojeada del silencio y el canto. Fuiste Orfeo, sin nombre (Hocks), y portaste el instrumento de tu canto, velaste las expectativas de un viaje hacia la nada para encontrarte precisamente con lo que ya supiste, la nada. Así lo trajiste hacia la tierra, propagando la sutileza del canto, resolviendo el silencio de noche. Mientras tanto la luna siguió ahí, como parte conjetural de tu viaje:
Supuso una caída a la sensibilidad, un simulacro, una vereda. Confirmó un despilfarro de memoria, con la cabeza apoyada de raíz, sin fortuna, al viento. Esa imagen iluminó, su media luna en galleta para dar certeza del sueño y, así mismo, la promesa del despertar agónico, endeble, sin el gusto de hacerlo.
¿Y los libros debajo de su cuerpo?
Llana, azul, etérea, la noche reafirmó el devenir de los pensamientos, un ritual de la memoria en el sueño, una hojeada del silencio y el canto. Eres Orfeo, sin nombre (Hocks), y portas el instrumento de tu canto, velas las expectativas de un viaje hacia la nada para encontrarte precisamente con lo que ya sabes, la nada. Así lo traes hacia la tierra, propagando la sutileza del canto, resolviendo el silencio de noche. Mientras tanto la luna sigue ahí, como parte conjetural de tu viaje:

5.17.2010





"PARA un Dios sí es posible. Pero explícame ¿cómo
lo va a seguir un hombre con la menguada lira?"
Rainer María Rilke, Sonetos a Orfeo.

5.10.2010

Chopin en YouTube.


Nadie niega la capacidad, la calidad y la universalidad que entregan el silencio y el ruido de su piano. Ya es parte de los mitos inconscientes colectivos, de los nombres con una carga semántica en la presencia de los escuchas, que etiquetan una gran variedad de música, en una palabra, “clásica”. He ahí el paso de la rebeldía hacia la institucionalidad. Frédéric Chopin construyó sus Nocturnos, entre otras obras, con una marca romántica, digno de su época. Exiliado de su patria, Polonia, no dejó de plantear ese panteísmo terrenal, nativo, que representa la libertad y la unión nocturna. Traición y regreso.
A doscientos años de su nacimiento, los festejos no se pueden esperar. Imaginemos (podemos hacerlo sencillamente, ahora mismo vivimos un clima parecido) en los innumerables discursos, tesis, actos solemnes, guerra de organismos por adjudicar la obra oficial, todo un mundo material al servicio de las marcas de la Gran Historia. Un ritual de la memoria, que deja vacío el acercamiento sin complejos de la obra, frente a la imagen del gran mito institucional.
En lo que a mí concierne, no me importan las diversas conmemoraciones que las instituciones del gobierno polaco u otras puedan realizar. Puedo decir todas, a excepción de una: «YouTube celebra el bicentenario de Chopin». Es decir, una de las empresas virtuales más importantes y reconocidas de la Internet se vuelve institución mundial para celebrar el mito de un hombre a la altura de su pentagrama, pero alejado de todo código binario.
Es una prueba de lo que el mundo virtual está por llegar a convertirse. No falta menos de diez años para encontrar la silueta de toda una estructura al servicio de la legitimación. Se trata de un concurso, difundido por Facebook, donde lo participantes tendrán que grabarse tocando una pieza del músico ya mencionado, para luego subirlo a la célebre página de videos. Es una losa, una abertura, como la de Moises en el mar Rojo, en el traspaso de varias generaciones de la red. Ya lo decían Gilles Deleuze y Félix Guattari: “No hay muerte del libro, sino otra forma de leer”1. La Internet no está matando la forma de comunicarnos, sólo la está transformando. De alguna manera, nos sentimos relegados pues nuestra comunicación aún se basa en el contacto personal y corporal, no obstante las diversas telecomunicaciones. Los lectores cambian, los soportes de lo escrito cambian, los rituales cambian, las instituciones cambian.
Si bien lo antedicho era un acto esperado, al menos yo no lo creía tan cerca de nuestro tiempo. Esperaba que pasaran de cinco a diez años más. Youtube abre el camino hacia la Institución de la Internet como un organismo mundial, una marca registrada de la Globalización. Los resultados del concurso, en cierta medida, no importan. Lo que importa es el acto de legitimación. Ya no basta con decir que, si no se existe en el buscador de google en realidad no se existe; se inaugura el tiempo de las marcas legitimadoras nacidas y desarrolladas por la red. Es el mito del Estado en sus nuevas posibilidades de lenguaje. Traición y regreso. Un nuevo paso de la rebeldía hacia la institucionalidad.

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1DELEUZE, Gilles, y Félix Guattari, Rizoma, David A. Rincón (trad.), Edit. Fontamara, México, 2009, pp. 67.

4.21.2010

La Caja de Letras del Instituto Cervantes

Se encuentra en el sótano de un antiguo edificio, sobre la calle de Alcalá. Parece una intención de aprovechar el espacio, la antigua sede, un edificio que resguardaba un patrimonio monetario hoy al servicio de las letras españolas. No hay objeción alguna, si tan sólo se tuvieran más de esos edificios para el desarrollo de las artes; más de esos apoyos para el justo diálogo, la crítica y el movimiento literario; más de esos templos que nos recuerdan que la primera palabra fue dicha en voz alta y no impuesta por una tinta sobre la hoja.
Lo que nos convoca es su satélite al futuro: un Tótem enterrado dispuesto a elevarse o, como acto de avance arqueólogico, redescubrirse y no olvidarse como la verdadera Troya. Sus instalaciones se conciben de máxima seguridad y así evitar el deterioro de las joyas que se resguardan.
¿He dicho joyas? En efecto, las bóvedas de acero hechas de un material indestructible, impenetrable –con el oxígeno controlado, con una medida controlada de temperatura, con una luz adecuada, con cámaras de seguridad a su alrededor, con policías que resguardan la entrada, con una clave de seguridad que evite la entrada de cualquier simple mortal a la entrada– todo para guardar no una biblioteca personal, ni una obra ensangrentada, ni un simulacro de palabras, papeles o tinta. Se trata de resguardar El Libro, el hierático, el que adquiere valores sobrenaturales adheridos a un objeto de valor, de muchísimo valor. La caja fuerte que lo arropa lo demuestra. ¿Qué valdría para algún escritor (que haya sido galardonado con el premio más importante de las letras españolas) el resguardo de sus libros, de sus palabras, y no ser leído en cien años? ¿O más aún, si la misma Caja de Letras resguarda plumas, hojas con escritos a mano de los galardonados, sacapuntas y/o lápices? Es la nueva conjunción del Libro, en su resguardo de ojos y sirenas. Es el valor de un patrimonio cultural (quitando todo antivalor de frase hecha y política), de un reflejo que narra el traspaso social de una visión poética, provista de toda función de lenguaje. Es la nueva cara del Libro Perdido en espera de ser descubierto por algún futuro y lejano lector, con la ansiedad-curiosidad de posar sus ojos sobre una grafía que cobrará sacralidad en la medida de sus años mortem.

3.31.2010

Pequeña defensa del mito


Te sienta bien el sol
te sienta bien ser cool
te sienta bien el mal
te sienta bien ser dios
te sienta bien mentir, y decir
que te fuiste yendo de nuestro lugar
Los Fabulosos Cadillacs, “El Satánico Dr. Cadillac”


Me debo confesar que soy un defensor irrebatible del mito, como forma, como expresión, como soteriología, como metafísica y como soltura. No creo en las madejas que abren a los ciclos, ni en las primicias de noticiero que avalan un raciocinio metódico, fuera de serie, anclado de instrumentos inútiles para la reflexión humana. He descubierto, en algunas líneas y pensamientos de algunos allegados, el desdén infundado por el mito, basados en la idea de ser hombre conductistas, sin rito. Si bien, encuentro esta afirmación como verdadera, pues el levantarse hacia el lado derecho de la cama, desayunar un huevo frito y café, lavarse los dientes con la mano izquierda y salir con el salto habitual, no refieren al mito; sí vivimos las historias que nos marcan un paso de la naturaleza a la cultura. Si no, los ritos de iniciación al que somos presa en la adolescencia. Sería un acto incansable tratar de abordar, en este pequeño texto, las diferentes posturas que han marcado un desdén hacia el mito y al pensamiento primitivo. No obstante, debo decir que, sobre todo en los siglos XVIII, XIX y XX, cuando la razón empezó a tener una fuerza importante y el método científico se afianzaba como forma radical del conocimiento; las sociedades secretas como sociedades iniciáticas crecieron, exaltando una importancia a lo sagrado, al símbolo, al mito, al rito y a la imagen. Hoy se trata al mito y a las humanidades como improductivas, pues su bagaje no se basa en el neg-ocio o negación del ocio. Sin embargo, los acusadores hablan de un conocimiento sin forma, sin fundamento, de un pesimismo abatido y sin dejaciones. Se ha permitido la desacralización de lo sagrado y sólo nos hemos quedado con lo profano. Debemos entender, en colectivo, que el menosprecio de la metáfora es el menosprecio del secreto por el secreto; la reproducción escrupulosa sin comprensión del mito y la metáfora es un camino al envejecimiento de la sociedad. Sólo quedarían unas imágenes que no nos llaman y que se degenera al paso de sus torpes e individuos-máquina