5.29.2017

Sermón en acción de gracias por fray Juan de San Miguel

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen.



Los sermones en la Nueva España fueron una excelente plataforma discursiva: se ajustaban a los recursos retóricos de su época y fueron un vehículo de pensamiento teológico y político. Podían ser festivos, solemnes, fúnebres o de acción de gracias. De ellos queda un amplio acervo de manuscritos e impresos, signados por autores de variado estilo y parecer.
De sermonistas zacatecanos, destaca la figura de Fray Juan de San Miguel. Beristáin de Souza refiere que estudió en el colegio de San Buenaventura Tlaltelolco. Fue sinodal de los obispados de Durango y Michoacán, visitador de la Nueva Viscaya y finalmente provincia de Zacatecas en 1719. El cronista Arlegui, cita Beristáin de Souza, menciona que “Supo de memoria toda la Biblia”.
Uno de sus sermones impresos fue Sermón en acción de gracias por la elección de ministro provincial... a fray Luis Athanasio, conocido como Luis Hermoso. Lo dictó el 19 de diciembre de 1700. Fue publicado a expensas de fray Sebastián Torres y fray Felipe Gaitán –en la imprenta de Juan José Guillena Carrascosa (1701)– y dedicado a fray Juan de Lascano.
El impreso contiene una dedicatoria de los mecenas, el parecer de Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, el parecer del jesuita Nicolás de Ribera y el sentir de fray Antonio de Salazar. Castorena y Ursúa en el parecer llama al autor “mi amigo y paisano”, del arte del sermón argumenta:
Es el primor del arte de un sermón estar fabricado, y bien hecho según el arte: y el salir bien escrito con las sagradas letras del libro de los sermones, que es la escritura, y no trasladado de los sermones de los libros. Es la gracia de un sermón estar bien hecho, bien escrito, y bien parlado, siembre fundado sobre la gracia: Super Ioannem – Ioannes interpretatur gratia.
El tema del sermón fue una acción de gracias por la elección del padre provincial Luis Hermoso. Fray Juan de San Miguel hace una alegoría en apoteosis plena a Zacatecas:
Pero en esta materia considero al M. Reverendo Padre Provincial más dichoso, que a San Juan Bautista; y la razón es: porque a San Juan Bautista se le entregó la Provincia de Palestina; al M. Reverendo Padre Provincial se le entrega la Santa Provincia de Zacatecas: […] una Provincia tan perfecta, que le puede decir de ella, lo que dijo el Esposo de la Esposa: Una est prefecta mea. Es una, por la suma unión y paz que goza: es perfecta, por la suma religión con que vive: así se le entrega, porque así la ha tenido su antecesor con su celo, con su Religión, con su ejemplo, con su prudencia, con su virtud, con su sabiduría, con su humildad, porque viva mil siglos, viva eternidades.

5.22.2017

Nueva imagen del Fénix en el Santo Cristo de Zacatecas

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La antigua parroquia de Zacatecas resguardó una imagen milagrosa del Santo Cristo. José Rivera de Bernárdez en Descripcion breve… la refiere en grabado y en el punto XII “De la Soberana Imagen de Cristo Crucificado, que se venera en esta Iglesia, y de sus milagros”. Ésta se encontraba en el altar, donde anualmente se exponía sobre un trono de plata. La habría traído el obispo de la Nueva Galicia Francisco Gómez de Mendiola, quien murió el 23 de abril de 1576. El impreso termina con una enumeración de varios milagros.  
El 25 de abril de 1736, antes del mediodía, la parroquia tuvo un incendio que duraría tres horas. Para infortunio de los feligreses zacatecanos, la imagen del Santo Cristo de Zacatecas quedó en cenizas. La única parte que se pudo rescatar fue un pedazo de la “Llaga Santísima del Costado”.
El capitán Francisco Muñoz de Villalón, des veces alcalde ordinario y vecino de Zacatecas, mandó realizar dos nuevas “imágenes”. La obra plástica, con base en la “Llaga Santísima del Costado”, por mano de Juan de Santiago natural de Tlatelolco. La otra, un sermón en honor a la consagración de la nueva obra el 6 de agosto de 1736 en la Iglesia del Hospital de San Lázaro, por Cristóbal Ruiz Guerra Morales: Fénix en el incendio de la ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, abrasado, y para su consuelo en el día de su transfiguración, de nuevo renacido… 
El impreso, junto con el sermón, contiene una alocución del patrocinador, el sentir de Juan Antonio de Segura –con una cita de José de Villerías–, la aprobación de Juan de Contreras, el parecer fue de Juan de Rivas –alumno de Fr. Cristóbal Ruiz Guerra Morales– y finalmente una octava a manera de dedicatoria de Juan Francisco Sahagún de Arévalo, estudiante de la Real Universidad. Además, el impreso da una notica importante, el lugar de nacimiento del autor: Zacatecas.
Cristóbal Ruiz hace una alegoría entre el Fénix –renacido de su fuego–, la Palma –con la cruz en lo alto–, Jesús en su resurrección y el incendio del Santo Cristo de Zacatecas. Su símbolo, cifrado en el número tres:
Tres meses han sido necesarios para hacerse, esa Peregrina Imagen, a quien bastaron tres horas para abrasarse: esperando los tres meses para transfigurarse, la Imagen misma que en tres horas vieron en el incendio consumirse. ¿Pues por qué no se han de persuadir mis Paisanos, a qué Imagen, que como su Original, quiso (impidiendo todos los posibles recursos) porque quiso, oblatus quia ipse voluit, en el incendio arder, para volver en su Imagen a morir; es el Fénix, que en su Arabia quiera, porque quiera, en su transfiguración renacer?
El fuego había sido simplemente un renacimiento del Santo Cristo: un Fénix.

5.16.2017

Virgilio traducido por José Francisco Larrañaga

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Publio Virgilio Marón es uno de los poetas más reconocidos a lo largo de la Historia de la Literatura. La Eneida, su obra culmen, es la identidad de Roma y el César. En su imagen de autor, acompañó a Dante por el Infierno y el Purgatorio en La Comedia. La Rota Virgilii o rueda de Virgilio fue una clasificación de la poesía y épica desde la Edad Media hasta la Edad Moderna. Las tres obras latinas, La Eneida, Geórgicas y Bucólicas fueron también base para la epigrafía y los motes dentro del género emblemático; así como ideal de la poesía.
En la Nueva España hubo una amplia recepción de Virgilio. De hecho, sería monumental un trabajo de análisis en torno a las lecturas, referencias y citas de la poesía virgiliana. El escudo de armas de Zacatecas, por ejemplo, goza de un mote de la obra de Virgilio: Labor vincit omnia.
El zacatecano José Rafael Larrañaga –hermano de Bruno Larrañaga– realizó una traducción de Virgilio en verso. Se trató de una obra publicada en cuatro tomos, bajo los auspicios de la Oficina de los Herederos del Lic. José de Jáuregui en la Calle de San Bernardo (1787). Fue una obra costeada por suscriptores en medios impresos de la época, de allí que José Francisco Larrañaga la dedique a ellos. De los suscriptores, aparecen nombres como el de Mariano Zúñiga y Ontiveros, el Real Colegio de San Luis Gonzaga de Zacatecas, el Conde de Santiago de la Laguna o el Dr. Francisco Beye Cisneros rector de la Real Universidad, quien compró dos ejemplares. 
El Tomo I contiene las “Diez Églogas” o bien Bucólicas, así como las Geórgicas. La Eneida es publicada en los siguientes tres: los cuatro primeros en el Tomo II, los siguientes cuatro en el Tomo III y los últimos en el Tomo IV. Cabe decir que es una edición bilingüe, esto es, que en la parte izquierda aparece el texto latino de Virgilio y en la parte derecha la traducción de José Francisco Larrañaga.
El comienzo del canto en la relación entre Troya y Roma lo traduce el zacatecano de esta manera:
Canto al presente aquellas horrorosas
Armas de Marte, y al Varón insigne
Que huyendo de los términos de Troya,
A fuerza de los Hados, fue primero
Que a Italia vino y en Lavinia aborda:
Que trabajos sostuvo en Mar y Tierra
Donde la fuerza superior le arroja,
Por las iras de Juno cruel que guarda
De su agravio en el pecho la memoria:
Que sufrió mil afanes en la Guerra
Mientras que la Ciudad ilustre forma,
Y a Italia mete sus Troyanos Dioses:
Del cual Héroe la Estirpe generosa
De los Latinos viene, y los Albanos,
Y fundadores de la altiva Roma. 

5.09.2017

La "Pax" Zacatecana

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Luis Fernando, primogénito de Felipe V, fue parte de un proyecto de consolidación dinástica borbónica. La constelación de su nombre es en memorial a dos monarcas: Fernando “El Católico” y Luis XIV. En gran medida, los gestos, rituales y signos regios fueron cuidadosamente inspeccionados en la idea de entregar un sendero político “adecuado”.
El matrimonio del príncipe Luis fue en 1721 con Luisa Isabel de Orleans, hija de Felipe duque de Orleans y sobrina de Luis XIV. Las nupcias representaron la unión plena de los borbones, quienes debían mantenerse unidos ante las amenazas de diferentes reinos europeos.
En Zacatecas, el suceso fue celebrado con diferentes expresiones regias de lealtad. Una de ellas fue un certamen poético celebrado el  27 de septiembre de 1722, patrocinado por el conde Santiago de la Laguna José de Urquiola. Posteriormente, bajo el patrocinio del sucesor de tal título, José Rivera de Bernárdez, se publicó la justa literaria con el título Estatua de la Paz antiguamente colocada en el Monte Palatino por Tito y Vespasiano cónsules y ahora nuevamente trasladada a los reinos de España y Francia…, impresa en la casa editorial de José Bernardo del Nogal en 1727.
 Los jueces del certamen fueron el conde José de Urquiola, el entonces alcalde de la ciudad José Rivera de Bernárdez, el alcalde Juan Hurtado de Mendoza, Diego García de Argüelles y como secretario el bachiller José de Aguirre Villar. Este último es quien hace la descripción del argumento poético, así como los resultados de la premiación poética.
El tema central del texto es la alegoría entre el Templo de la Paz Romana y su reconstrucción en Zacatecas, en el trasfondo de las nupcias. En su base, la historia del Ara Pacis o templo de la Paz patrocinado por el emperador Augusto, luego de su victoria sobre Galia e Hispania. Fuera del Ara Pacis, se colocó un obelisco, motivo de fundación solar. En el centro, la diosa Irene o Eirene, diosa griega de la Paz, con la corona de olivo y la espada de fuego.
En el impreso zacatecano, se rescataron dichos símbolos:
[…] porque lo que veo en este simulacro de la Paz, cuya figura es de una hermosa Doncella, coronada de oliva; en la mano diestra una hacha encendida, quemando con ella dardos, morriones, y otros instrumentos de guerra […].
Irene, la Pax Romana, funda su bienestar en la victoria y caída de cabezas del enemigo. Esa es su verdadera paz, derrotar al contrario. Así la idea de la Pax Zacatecana, la nueva Estatua de la Paz trasladada a los reinos de España y Francia. El obelisco –descrito al final del impreso– funda su condición solar en el proyecto del príncipe Luis Fernando: una Paz sobre la victoria del mundo.

5.02.2017

Túmulo al Fénix de los mineros ricos

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José de la Borda fue quizá el minero más sobresaliente de la Nueva España del siglo XVIII. Nacido en Francia en 1699, se le conoce por sus posesiones en mineras en Zacatecas y en Taxco, Guerrero. El templo de Santa Prisca de Taxco fue patrocinado por él, gracias a las enormes vetas de plata que descubrió y explotó.
A su muerte, el 30 de mayo de 1778 en la villa de Cuernavaca, los habitantes de Taxco realizaron novenarios y misas. Se resolvió que el 26 de agosto se terminara una pira funeraria, con ello el solemnizar exequias nobles. El encargado de la pira fue Francisco Miguel Domínguez. Las exequias fueron el 2 y 3 de septiembre.
La descripción de las honras fue impresa en El Fenix de los mineros ricos de la America…, por el Dr. José Antonio Ximenez y Frías, cura de la iglesia de Santa Prisca. Fue patrocinado por Antonio de Villanueva e impresa en la casa de Felipe de Zúñiga y Ontiveros en 1779. El documento consta de pareceres, relación de la muerte y exequias de José de la Borda, descripción del túmulo y la oración fúnebre.
Se eligió el símbolo del Fénix, por la fama e inmortalidad del ave. Esta fue la alegoría en el renombre del minero hispanofrancés:
Por esto, encargado de hacer su elogio fúnebre, me pareció valerme de esta metáfora, o símil del Fénix, para hacerlo ver un hombre distinguido, singular, y raro entre los Mineros ricos de esta América.
El túmulo tuvo cuatro cuerpos. Del más alto, sobresalía una pirámide, sobre el que se dejaba ver un Ave Fénix abrasándose en su hoguera. El artefacto fúnebre tuvo doce arbotantes y doce hachas prendidas, según la Real Pragmática de Carlos II.
Los emblemas tenían una doble función, la historia mítica del Fénix en conexión con pasajes de la vida de José de la Borda. Por ejemplo, el primer emblema del segundo nivel. Se trató de un Fénix cuya hoguera encendía al Sol, por otro lado al hispanofrancés encendiendo la caridad en un triángulo de fuego. De poema:
No de la Arabia la cerviz erguida
Quiera de aplauso en alas levantarse;
No del Tracio las voces usurparse
Pasa ser en el Mundo conocida.
No cual única, y rara sea tenida
Por no poder con otra compararse
Su Ave, que FENIX mereció llamarse,
Y Ave del Sol, de quien recibe vida.
Pues de Sol más activo, y más flamante,
Vida inmortal recibe, aunque extranjero,
En la América una Ave más radiante:
Un Rico, digo, raro, un gran Minero,
Por quien es justo que se diga, y cante,
Que ha tenido ya el FÉNIX compañero.
La clave, entre el Fénix y José de la Borda, encender al Sol con la caridad.