12.28.2016

El Romanticismo y López Velarde

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 



El concepto del “Romanticismo” ha sido abordado desde múltiples espacios artísticos y literarios. En muchos casos, para desdicha de tal sentido, su significado se ha vuelto trivial, pues arroja al sentir personal, corpóreo e imaginativo del ser mismo.
¿En qué senderos atraviesa el “Romanticismo? Se puede decir que es una contrarrespuesta al procesamiento metodológico de la “razón”, derivado de los procesos epistemológicos de los siglos XVIII y XIX. Alejándose de la búsqueda de la verdad, la luz como símbolo pleno de conocimiento absoluto, el “Romanticismo” es la indagación de la belleza en lo oscuro, lo inusitado, el silencio y la voz.
Umberto Eco, en Historia de la belleza, realiza un recorrido semántico del término: para el siglo XVIII era negativo, “novelesco”; para el XIX es “quimérico”. La belleza “romántica” adjudica al caos, la eternidad en su naturaleza muerta/viva y a la Femme Fatale. La belleza es inexplicable, inaudita y perenne. Si bien podemos considerar estos elementos en poetas del siglo XIX y XX, hay cambios entre lo uno y lo diverso.
El caso de Ramón López Velarde, en La sangre devota, explicita senderos de la cuenca “Romántica” y su belleza del no saber. El poema que más expone dicha hipótesis es “Ofrenda romántica”, un madrigal amoroso dedicado a doña Josefa de los Ríos, Fuensanta.
En sus seis estrofas, el poema se construye como un juego de correspondencias. La voz del poeta otorga presentes en cualidades que, en hipérbole, regresan como afinidades y consuelos para el sentir propio del autor. Es el conformar de la introspección entre amado y mujer.
Fuensanta: las finezas del Amado,
las finezas más finas,
han de ser para ti menguada cosa,
porque el honor a ti, resulta honrado.
La contemplación es la parte esencial del texto. El “Romanticismo”, de alguna forma exige un recogimiento y socavamiento de quien admira. La preciosidad es natural, en su estado de plenitud bestial. Ramón López Velarde divisa su hermosura con el sufrimiento judeocristiano.
La corona de espinas,
llevándola por ti, es suave rosa
que perfuma la frente del Amado.

El madero pesado
en que me crucifico por tu amor,
no pesa más, Fuensanta […].
El sentir y el sufrir se alejan, mediante el sendero del desgarro en Cristo y su pasión. Todos los menoscabos se reivindican en la figura de Fuensanta, que en estigma le pertenecen. Por ello, entrega su única sazón, para que eternamente florezca:
[…] permite que te ofrezca el pobre don
del viejo parque de mi corazón.
Está en diciembre, pero con tu cántico
tendrá las rosas de un abril romántico.

Bella Fuensanta,
tú ya sabe el secreto: ¡canta!
El secreto “Romanticismo” lopezvelardeano es su contemplación sonora. El poema y la belleza están en ella, alejados de toda razón.

12.19.2016

Investigar a López Velarde, un estado de la cuestión

Ochos en el piso de la soledad, columna conmemorativa al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 



Ramón López Velarde, como objeto de investigación, sin duda alguna presenta actualidad, utilidad y contiene frentes de estudios aún sin abordar. Su figura, ya sea como poeta o como ciudadano ante las circunstancias del país en el traspasar del siglo XX, sigue siendo para muchos un “enigma”.
Son múltiples las posibilidades, no obstante la enorme cantidad de libros y autores “canónigos”. La construcción de un estado de la cuestión testifica los intereses por agrupaciones: amantes de la cultura, escritores, historiadores e investigadores literarios los que se han abocado a la figura del jerezano.
En un primer conjunto estarían los escritores que buscaron “glosar” la obra. Allí están “conocedores”, lectores afines, eruditos que entregaron cuidadas reflexiones. A la cabeza Eugenio del Hoyo, junto a títulos como Fuentes de Fuensanta o las cavilaciones de los Contemporáneos. En ese codeo, los comentarios de comparsas generacionales, como José Juan Tablada o incluso los de Alfonso Reyes.
Otro conjunto, con una rigidez metodológica, la abrió la tesis doctoral de Allen W. Phillips, publicada como Ramón López Velarde, el poeta y el prosista. Los comentarios de Octavio Paz en El camino de la pasión: Ramón López Velarde, son a raíz de la disertación de Phillips. A partir de aquí, la década de los sesenta que sin escrúpulos alejado del “nacionalismo de los cuarenta”, releyó la obra en clave literatura, muerte, amor y versos.
El siguiente grupo, una generación arriba, propuso otras discusiones. Sus conclusiones, si bien no en el marco de tesis doctorales, sino como resultado de la investigación, academia y letras, agregaron nuevas visiones y caminos. Allí están José Emilio Pacheco, Gabriel Zaid, Guillermo Sheridan, Marco Antonio Campos, Vicente Quirarte, Anthony Stanton, por mencionar los más citados.
De una generación más actual, lo que se tiene son relecturas ampliamente cuidadas, con mucha profundidad. Es menester resaltar Ramón López Velarde: el inteligente ejercicio de la pasión, editado por Juan Domingo Argüelles.
Como dato, el catálogo de tesis de la UNAM –todavía en actualización– arroja once disertaciones de grados o posgrados. La más reciente en 2008 por Estela Beltrán Morales, por el título de Licenciada en Lenguas y Literaturas Hispánicas. Cuatro fueron defendidos en el siglo XX. Todas ellas, atendiendo a diversos enfoques y caminos metodológicos, se centran en la obra en prosa y verso.
En este sentido, se pueden enmarcar tres temas de investigación por demás sugerentes. El primero, un estudio sobre el actuar preciso e ideología de López Velarde en el devenir histórico de 1900-1921. El segundo, el recuento editorial y las marcas o proyectos que impulsaron la reimpresión de La suave patria. Otro más, un análisis y catálogo íntegro de las obras plásticas derivadas de algún verso o idea de López Velarde. Son sólo algunos caminos posibles.

12.12.2016

"Alcance", boletín a Ramón López Velarde

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 





Bajo el gobierno de José Minero Roque (1950-1956), la casa de Ramón López Velarde en Jerez fue convertida en museo. Hubo diferentes actividades de difusión, entre publicaciones y eventos culturales. También se conformó el “Patronato del Museo Ramón López Velarde”, institución dedicada a divulgar la obra del poeta. 
En agosto de 1952 salió a la luz el boletín Alcance, publicación periódica que adjuntó textos que comentaron la obra del jerezano. Fue dirigido por Emmanuel Palacios, quien al mismo tiempo presidió al Patronato. Según el Diccionario de escritores mexicanos, tal escritor (nacido en Tolimán, Jalisco, 1906 y finado en 1987 en la ciudad de México) estudió medicina en la Universidad de Guadalajara, aunque no ejerció. Al año de la primera edición de Alcance, se convirtió en diputado en la Legislatura de Jalisco. Estuvo en el grupo de Agustín Yáñez y fue colaborador ocasional de varias revistas, entre las que destacan Contemporáneos, Taller y Cuadernos Americanos.
El primer número de Alcance no recogió algún texto de López Velarde, sino que albergó comentarios críticos de su obra. El primer texto de Daniel Kuri Breña, “Carácter de la Poesía Lovezvelardeana”, argumenta:
La obra poética de Ramón López Velarde, como lo han reconocido sus críticos […] no puede clasificarse en ninguna escuela. Nos ofrece “un mundo nuevo intocado, vuelto a crear”.
El segundo texto es una reproducción ilustrativa sobre el proyecto de Alcance y su director. Recogió una transmisión en radio el 21 de agosto de 1952 en Trópoli, metrópoli al aire, por la emisora XEB y XEBT, con el poeta Ramón Gálvez. Participaron Emmanuel Palacios y Luis Noyola Vázquez, autor de Fuentes de Fuensanta. Ahí, el jalisciense argumentó:
Se han publicado hasta este momento números en los cuales ya se ha reunido un buen acervo de noticias, bibliografía, artículos sobre López Velarde y obra inédita o desconocida de él mismo; de manera que el Boletín de que hablamos podrá llegar a ser el más fiel registro de lo que en todos los ámbitos se haya escrito sobre el poeta de Jerez y una guía para aquellos estudiosos, que cada día son en mayor número de este poeta que puede ser considerado como el que supo expresar el alma más íntima de México con palabra original y virginal. El Boletín se publica bajo los auspicios del Gobierno del Estado de Zacatecas cuyo mandatario, el licenciado José Minero Roque, se impuso como una de las tareas más sentidas de su gobierno, crear el Museo “Ramón López Velarde” en la casa de Jerez en donde naciera el poeta.
El impreso incluyó “A los diez años cabales de su muerte…” de Andrés Henestrosa– y la sección “Notículas”, dedicada a señalar los libros, revistas o antologías donde se publicó algún poema de López Velarde.

12.06.2016

"Casa en el recuerdo", tributo a López Velarde

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 




Un trabajo aún no realizado, al menos no en una larga amplitud, es la organización y crítica de la recepción literaria de Ramón López Velarde. Esto es ordenar y valorar aquellas obras que de alguna u otra manera han manifestado una línea directa o referencias a la poética del jerezano. En mucho, se verían estimaciones de época, elementos culturales o incluso perspectivas diversas.
Como mínimo dos conjeturas. La primera, lectores-autores con una acogida crítica, que repensaron sus más terribles y encrucijadas soledades, mediante el estímulo del verso y la medida. La segunda, lectores-autores que antepusieron el panegírico, formularon la oda y se reverenciaron ante las sonoridades.
En la segunda línea se encuentra el poemario Casa en el recuerdo de Jesús Reyes Ruiz. El libro está dedicado al entonces gobernador del Estado de Zacatecas el Lic. José Minero Roque, debido a que había convertido la casa de Ramón López Velarde en Jerez en un museo. Fue impreso en papel Malinche de 76 kilos en los talleres Gráficos de la Nación en agosto de 1955. Con un tiraje de 500 ejemplares, fue ilustrado y dirigido por Francisco Díaz de León y formado por Carlos Méndez Juárez.
Se trata de un poema de largo aliento, con 41 estrofas. Es un tributo a López Velarde y a su casa en Jerez. En varios momentos habla de la imagen y perfil del poeta, en otros de los espacios en la casa. La voz del poema busca a toda costa, en su espíritu, que vuelva a habitar el jerezano tal morada.
Se inicia con la siguiente estrofa:
Ramón López Velarde:
con los ojos antiguos del recuerdo
sensibles al fulgor de la nostalgia,
con la visión de un sueño descansando en mi frente,
sin límites reales, yo contemplé tu casa.
De tal manera, el poema de Jesús Reyes Ruiz es un hálito entre lo visto por los ojos, el poeta y su imaginario. Se añora el mutismo y espacio in illo tempore que fue creado en la poética de López Velarde, no tanto por su Zozobra-Spleen, sino por lo idílica y festiva recepción. Así, se indica:
¿Qué, sino este aposento en que el pasado
ande aún en insomnio, para el sueño
de tu soltera soledad sin tálamo?
El poema aborda varios momentos o arquetipos de la mitología personal de López Velarde, en efigies y momentos memorables de su obra. 
Tú, Ramón, escuchaste
el zenzontle solista y yo ahora
apoyaba el oído en la añoranza […].
Los versos amueblan los espacios de la antigua casa, en un repaso de elementos.
En aquel viejo pozo
el agua se teñía de la estrella más negra
y de la luna más hermosa
para esperar tu rostro.
El poema termina con una ilustración del pozo, que aún se conserva en el museo.