8.28.2017

El duque de Alba en el túmulo a Felipe IV por el Santo Oficio

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen. 




El Santo Oficio es de las instituciones más relevantes, como controversiales, de la Edad Media y la Edad Moderna. En la Monarquía Española, debe decirse que sus atributos fueron característicos, puesto que el Inquisidor General era propuesto por el rey.
La función principal fue la defensa de la fe. Bajo este espíritu, se hacían una serie de acciones, como las de buscar controlar ciertos comportamientos, revisar los libros para que no se traspasasen ideas heréticas, calificar los contenidos de manuscritos o impresos, entre otras más. De ellas, también era la de propagar la idea de la fe y el buen gobierno; ya que el poder era otorgado por Dios para regir una armonía universal.
 La elaboración de exequias, como expresiones de lealtad a la monarquía, era otra de las maneras en las que podía presentar su parecer, la propaganda de la fe y el buen gobierno. Es así como deben entenderse las exequias a Felipe IV patrocinadas por el Santo Oficio. Escritas por Antonio Núñez de Miranda y Francisco de Uribe, fueron publicadas por la Imprenta del Santo Secreto en 1666.
El motivo simbólico central era la emulación de Felipe IV como un nuevo Rómulo, quien defendió un imperio inmenso. Así, Roma y España eran equiparadas; el instrumento para el caso de “El Grande” fue el Santo Oficio. En uno de sus emblemas aparece don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Duque de Alba, en referencia a su estancia en los Países Bajos.
El emblema mostraba a Felipe II y Felipe III. El Prudente estaba vestido de traje de gentil, sabino, con corona de laurel y persona de Numitor (abuelo de Rómulo). Su mano izquierda sujetaba un cetro, enroscado con un dragón, símbolo de la prudencia, con el mote Prudens Catholicus sicut serpens. En la diestra una espada de justicia enramada con la Oliva de la misericordia, extremos de la verdadera prudencia. El asunto era el siguiente soneto:
El Segundo Filipo, sin segundo,
En la prudencia soy; pero prudencia
Católica, que precia su creencia
Mas que el ser, y saber de todo el mundo.
Albano Numitor en mi Fe, fundo
La Corona: ni admito reverencia
De quien a la Fe niega su obediencia.
Aunque haya Flandes, y Alba Tremebundo.
El Tercio, y Quinto, el CUARTO mejorado
Filipo me heredó; de la Romana
Fe tan amante Numa: que a su lado
De perder vida, Reino, y ser, se ufana:
Porque a la gana pierde va apostado. 
Los ejes del emblema son el control monárquico en los territorios hispánicos. El asunto de la contención del reino fue algo que trastornó al gobierno de Felipe IV. Su par simbólico antecedente logró, por el ejercicio de sus funcionarios, los éxitos proclives. El emblema fue una defensa, ante los inconvenientes del reino

8.23.2017

La corona por herencia a Felipe V

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La Guerra de Sucesión Española inició en 1701. El conflicto era la sucesión: los Austrias encabezados por el emperador Leopoldo I apoyaban al archiduque Carlos; los Borbones encabezados por el rey de Francia Luis XIV sostenían a Felipe duque de Anjou. A menos de un mes de su muerte, Carlos II, quien no tuvo hijos, signó su testamento otorgando la corona al duque. Sin embargo, el documento legal no fue aceptado por los Habsburgo.
La guerra duró más de diez años, con la participación de otros reinos europeos. Entre otras particularidades, cabe mencionar que el reino español llegó a tener dos monarcas proclamados, signos rituales que mostraban el conflicto.
La Nueva España apoyó la opción borbónica. Si bien no se registraron conflictos marciales, el sustentáculo novohispano fue principalmente en lo económico y en el apoyo discursivo-iconográfico.
Entre 1711-1713, las huestes de Felipe V habían ya casi vencido por completo a los grupos proaustriacos. Para ello, en la Nueva España se suscitaron una serie de expresiones de lealtad en torno a los logros del monarca borbónico.
Cristóbal Ruiz Guerra Morales, quien según Juan Ignacio de Castorena y Ursúa era oriundo de Zacatecas, dictó un sermón en honor a Felipe V el 15 de agosto de 1711, día de acción de gracias, en la parroquia de San Antonio en la ciudad de Texcoco. El documento se tituló La Corona por herencia, por elección, y por aclamación adquirida a fuerzas del valor afianzada…, patrocinado por el capitán Alejandro de Novoa y Salgado e impreso en la casa editorial de la viuda de Miguel de Ribera. El texto fue dedicado al Inquisidor Francisco Garcerón.
El impreso contiene la dedicatoria de Cristóbal Ruiz Guerra Morales, la censura de Baltazar de Alcocer y Sariñana –sobrino de Isidro de Sariñana–, el parecer de Juan de Segura y las licencias del virrey Fernando Alencastre Noroña y Silva duque de Linares.
La Salutación del autor es el asunto político del texto:
Viva el Rey. ¿Qué rey? Presentad en breve la atención a mi labio, que ni es ofensa de la Sacra Majestad que venero la pregunta, ni es duda de mi lealtad la tardanza en la respuesta. Y pues tenéis noticia del triunfo, corregid la noticia a la historia.
Viva el Rey, digo una, otra, y repetidas veces; y una, otra, y repetidas veces pregunto, ¿qué Rey es el que triunfante viva, si en los Anales del tiempo en la Historia, en los Eternos Padrones leales de nuestros fieles rendidos corazones? Vivat Rex.
La respuesta es en términos histórico-mitológicos. Se hace referencia a la victoria de un rey Philippo en el año de 1214, hijo de un rey Luis en la toma de Flandes en Germania al Emperador Othón. Plena emulación a “El Animoso”.

8.14.2017

Sermón por el nacimiento del príncipe Luis Fernando Borbón

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El nacimiento del príncipe Luis Fernando –futuro rey de España– el 25 de agosto de 1707 fue un verdadero refrendo político de la casa borbónica ante los embates en la Guerra de Sucesión Española. La liga encabezada por la casa de Habsburgo había ya asegurado la ciudad de Barcelona y para entonces al archiduque Carlos se le había proclamado como rey de las Españas. Felipe V no tenía asegurado su trono, por lo que un heredero le daba votos en la continuidad monárquica, hecho que no se suscitaba en la corona a más de medio siglo.
La Nueva España siguió muy de cerca los acontecimientos de la guerra, situado en la opción borbónica. Para el caso del nacimiento del príncipe, fueron muchas las manifestaciones por celebración al refrendo del primogénito varón de “El Animoso”.
En la ciudad de Durango se realizó un novenario en acción de gracias por el nacimiento del príncipe Luis Fernando, patrocinado por el obispo Ignacio Dies de la Barrera y ofrecido a Felipe V. De ese novenario, se publicó Sermón, que en acción de gracias por el feliz nacimiento del Príncipe de España… de fray Juan de San Miguel, publicado en la ciudad de México, en la imprenta Plantiniana de los herederos de Juan José Guillena Carrascoso, en 1709.
Preceden al sermón dos pareceres, el de Juan Ignacio de Castorena y Ursúa y el del doctor Manuel Butrón rector de la Real Universidad, junto a la censura de fray Pablo Antonio de la Asunción.
El sermón es una defensa plena a la sucesión de la corona española por la línea borbónica. La clave simbólica es la analogía del nombre de Luis Fernando con el de Ismael Sansón, en la idea de una salutación divina y la fuerza del juez judío al domar al león. 
Fray Juan de San Miguel explica que en efecto no ha existido un rey hispánico llamado Luis. Así, su discurso se basa en analogías por el nombre, en la que ofrece una defensa de la línea sucesoria. El príncipe y el reino tienen la herencia San Luis el rey de Francia, así como de San Luis obispo de Tolosa y heredero del reino de Sicilia. Agrega la constelación de Santa Catarina, heredera del reino de Alejandría –pues su celebración es el 24 de agosto–, mas no contempla a San Fernando. El franciscano explica:
Los derechos: porque señalándolo DIOS con tres Coronas de tres Reyes Santos, parece, que da a entender, que nace su Alteza con derecho a todas las Coronas del mundo, y que ha de ser, quien, entre los Reyes se corone Emperador del universo.
Se trata evidentemente de un sermón por la defensa de los borbones, en su momento más endeble en la Guerra de Sucesión.