6.27.2016

Una parodia "ecléctica" de la poesía lopezvelardeana

Ochos en el piso de la soledad, columna a La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 



Siempre es incierta la recepción de una obra, a pesar de su calidad literaria. Son muchos los factores que intervienen en su lectura y comentarios. Tales paratextos se encuentran por sus ambientes culturales, las posturas de los autores o las vías de circulación de obras, donde el tema poético puede no ser la boga de sus lectores.
     Ramón López Velarde no escapó de la encrucijada de la crítica e incluso de las parodias poéticas. Ya varios investigadores han abordado las diferencias entre el jerezano con Alfonso Reyes. Estos “encuentros lectores” requieren un repaso pormenorizado del “enemigo”.
     Allen W. Phillips, José Luis Martínez, Elisa García y Luis Mario Schenider  refieren una parodia poética digna de análisis. En la revista San-Ev-Ank se imprimió en el número 7 en 1918 una nota titulada “López Velarde”, signada al seudónimo “Sub-y-Baja”. Ahí se refuta al autor de Zozobra, aduciendo que “[…] el poeta, dejando de un lado todo malabarismo de la forma, seria y noblemente haga su labor; que, debiendo ser ante todo humano, deje de encaminarse por los senderos de los rebuscamientos interiores, porque así su canto resaltará puro.” El crítico era el joven Jaime Torres Bodet.
     En el número siguiente con el seudónimo de Gabriel David, Guillermo Dávila publica “Juzgar a López Velarde”, en donde arguye que rebatirá las ideas de “Sub-y-Baja”. No se han encontrado datos de la refutación, no obstante en el número 13 se imprimió un poema paródico, que trastoca los temas del poeta jerezano.
     El texto es encabezado “Versos de Ramón López Velarde”; se trata de un poema con el título de “Las gatas anónimas de mi pueblo”. Los versos llevan un epígrafe por demás esclarecedor:
Del libro en preparación “Lo que sobra”,
original del autor de “La sangre rebota”.
Aquí se hace alusión a la gestación de los dos poemarios del poeta; ambos vieron la luz a cuenta gotas en diversas publicaciones periódicas. Además, se ironiza a La sangre devota.
     El poema es un madrigal sátiro, con versos endecasílabos y heptasílabos, de “tema amoroso” a unas “gatas jerezanas” y “eclécticas”. A ellas: “llegan mis estrofas irrevocables”. El primer cuarteto se burla de los adjetivos de López Velarde. También hay parodia del tema provinciano, con exceso de palabras esdrújulas:
No os dejéis, mondas gatas de mi pueblo
Jerez de Zacatecas,
de histéricas mansedumbres cóncavas
y herederas de ímpetus aztecas.
La última estrofa hace mofa al pasado católico y su trasgresión seductora:
Hasta luego gatas! Os digo, sólo.
Iré a redimiros
con mi báculo de pastor, sin dolo […].

Se dice que López Velarde tomó a broma tal ingenio paródico. No hay refutación al respecto, ni otro poema sátiro en las mismas proporciones a La sangre devota. Esta crítica y comentario-poema dista sin duda alguna de las diversas lecturas posteriores a la obra del jerezano, sobre todo después de junio 1921.

6.20.2016

La suave patria o los textos finales de Ramón López Velarde

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 


Resulta complejo escribir sobre los últimos años de Ramón López Velarde, sin buscar no caer en los lugares comunes o los hálitos de “indagación preciosista”, que al margen entregan posiciones oficialistas. De esto, abundan reticencias e incluso malos entendidos que, dichos en “La derrota de la palabra”, se cristalizaron para infortunio de la obra del poeta.    
      Los poemarios impresos en vida por el jerezano son La sangre devota (1916) y Zozobra (1919). Después, como cifra quizá de un enigma poético, la publicación de un poema por demás laureado en diversos espacios del país, escrito casi al final de sus días: “La suave patria”.
      ¿Qué elementos se pueden encontrar del último poema publicado por Ramón López Velarde? Los años finales del poeta están centrados en el contexto del centenario de la consumación de la Independencia, la caída del régimen carrancista y el devenir de su vida ante circunstancias de índole personal. De allí que en su escritura y actividad se puedan notar perspectivas en diferentes caminos.
      Al respecto, Gabriel Zaid en “Aclaraciones sobre López Velarde” ofrece datos interesantes con respecto a la situación del poeta. Si con el gobierno de Venustiano Carranza el jerezano tenía posibilidades de mejorar su condición económica, el asesinato del revolucionario significó la caída de sus pretensiones por obtener algún cargo que le ofreciera remuneración. Del 20 de mayo de 1920 a su muerte, López Velarde trabajó en su cátedra de Literatura y en la revista El Maestro. Estos datos encierran, por sí mismos, la condición de su final producción poética.
      El contexto del centenario de la consumación de la Independencia, como doble ironía a tal fecha, distó del que sucedió diez años antes. En el vuelco político y literario proliferaron voces que buscaron disidencias o posturas. Si tras el vuelco de cien años de un país que se denomina “Independiente” son casi naturales los vuelcos revisionistas; más complejo es si se agregan cuatro centenas de la caída de Tenochtitlán y el complejo problema de la identidad en el sincretismo de dos Mundos. Ante ello, cinco años de nueva Constitución y ciclos en el vaivén entreabierto por la civilidad y el fuego.
      ¿Cómo entender “La suave patria” en su contexto? Su escritura se extiende en un momento crucial, no es sólo un motivo de ocasión. En la revista El Maestro en el mismo año se publicó también otro texto que irradia al poema: “La novedad de la patria”. En ambos se delata su pensamiento, son obras complementarias en dos tránsitos de escritura, verso y prosa. La estructura, las ideas e incluso el uso de palabras lo indican. “Novedad de la patria” inicia:
      "En el descanso material del país, en treinta años de paz, coadyuvó a la idea de una patria pomposa, multimillonaria, honorable en el presente y epopéyica en el pasado. Han sido precisos los años del sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa."
      En el poema “La suave patria” se repite el concepto epoyeya-epopéyica, con el fin de cifrar un heroísmo que se mira al pasado:
Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo,
para cortar a la epopeya un gajo.
En el segundo y tercer párrafo de la prosa se está en busca de una posible definición de “patria”, tropo indicado en ambos títulos:
      "¿Qué mucho, pues, que falten los poetas épicos hacia afuera?
      "Correlativamente, nuestro concepto de la patria es hoy hacia dentro. Las rectificaciones de la experiencia, contrayendo a la justa medida la fama de nuestras glorias sobre españoles, yanquis y franceses, y la celebridad de nuestro republicanismo, nos ha revelado una patria, no histórica ni política, sino íntima."
      La miramos hecha para la vida de cada uno. Individual, sensual, resignada, llena de estos, inmune a la afrente, así la cubran de sal. Casi la confundimos con la tierra.
      La tercera estrofa del poema indica:
Diré con una épica sordina:
la patria es impecable y diamantina.
Las palabras íntima y épica abatiendo las mismas ideas, con diferencia del endecasílabo. Su “Casi la confundimos con la tierra” no es gratuito con los primeros versos del “Primer Acto”.  Y en la búsqueda de la identidad, la exhortación:
      "Hijos pródigos de una patria que ni siquiera sabemos definir, empezamos a observarla. Castellana y morisca, rayada de azteca, una vez que raspamos de su cuerpo las pinturas de olla de sindicato, ofrece –digámoslo con una de esas locuciones pícaras de la vida airada– el café con leche de su piel."
Más allá de entonar voces sin sentido, la idea de “patria” para López Velarde es el sincretismo, la colaboración multicultural en que no se ha reconocido —todavía ahora. Prueba de ello sigue siendo el ímpetu oficialista por reconocer una historiografía de “bronce”, con sus 300 años de oscuridad y la luz, sobre el ara, en apoteosis de la historia. Contradicción aún latente. De allí la visión con Cuauhtémoc:
Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
el idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de cenizas de tus plantas.
Más líneas podrían debatirse entre las visiones antedichas. Más si es el punto final de una carrera poética, entre la publicación en El Maestro el 24 de abril y su muerte el 19 de junio de 1921.  Con ello, la recepción en sus múltiples sentidos.
      A poco menos del centenario de “La suave patria” y de la muerte del poeta es menester la pregunta: ¿cuán vigente se encuentra la obra de Ramón López Velarde? No es sólo el devenir nacionalista, es el encuentro de una poesía y prosa que navega como su candil. En “Novedad de la patria” el jerezano cuestionaba: “¿Cómo interpretar, a sangre fría, nuestra urbanidad genuina, melosa, sirviendo de fondo a la violencia, y encima las germinaciones actuales, azarosas al modo de semillas de azotea?” Sus palabras y silencios siguen en el andar de los ochos en el piso de nuestra soledad. 

6.17.2016

Sol Pendular


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6.13.2016

La muerte de Ramón López Velarde

Ochos en el piso de la soledad, columna por el centenario de La sangre devota de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 


A la vista de los acontecimientos, la muerte de Ramón López Velarde no deja de ser enigmática y en suma una proposición poética. Lo es en tanto los registros de su vida personal, como también los devenires de su vida laboral y política, detalles significativos en su obra poética. En cualquier caso, lejos de convertirse en una resolución de “autopsia”, el deceso del poeta se cifra en la soledad y la melancolía.
Para 1820, López Velarde tenía en cierto modo una posición favorable en el régimen político de su época. Su condición de carrancista, a pesar de varias vicisitudes en otros grupos, lo hacían materia dispuesta en ascenso a puestos de envergadura. No obstante, el asesinato del presidente y el establecimiento de un nuevo régimen cambiaron considerablemente su condición.
En 1821 el poeta se mostraba con pocas opciones, ante su irrenunciable postura en asuntos políticos. Junto a ello, la zozobra por su vida personal, en perspectiva, se colmó de repeticiones poéticas y de predicciones cumplidas. Gabriel Zaid, en una de sus disertaciones, rescata el suceso de cómo una gitana había leído la mano del jerezano, vaticinando una muerte por asfixia.
Así, una tarde de junio en la ciudad de México, López Velarde había tomado la merienda con algunos amigos en La Mallorquina. Después realizó una caminata a la luz de la luna. Inusualmente para esas fechas, la temperatura descendió. En aras de una propuesta a partir de una ficción, las imágenes que recorrieron aquellos rumbos por el Ombligo de la Luna debieron ser por la fatalidad, el Spleen de aquella ciudad en sangre o la soledad de su alma, en ochos rasgados por la infinitud. Su recorrido hace pensar en otro Tenebroso-Desdichado que ahogó su cuello y voz en una calle cerca de Notre Dame. Como trasfondo, el cumpleaños 33 del jerezano, que recordaba un heroísmo redentor: el ofrecimiento de la voz, la sangre y el cuerpo.
Días después, a causa de una bronconeumonía –enfermedad por cierto curable para alguien de su condición física– murió López Velarde. Su amigo, el doctor Pedro de Alba, documentó la muerte. Más interesante es encontrar atisbos de su deceso en su obra poética. De hecho al final de Zozobra, en “Humildemente”, poema dialógico con el Señor de los altares, la última estrofa es:
“Todo está de rodillas
y en el polvo las frentes;
mi vida es la amapola
pasional, y su tallo
doblégase efusivo
para morir debajo de tus ruedas”.
Más allá del vaticinio de la gitana, se encuentra el designo del poeta, en su metáfora. Una amapola efusiva, doblegada en su muerte y soledad, hace de resignación ante la Zozobra: floreciente en sus palabras y muerta por su respiración. 

6.10.2016

Revista Sol Pendular




El comité editorial de la Revista Digital Sol Pendular -órgano oficial de difusión académica del ITESM Campus Zacatecas- les hace una atenta invitación a la presentación de su primer número. La cita será el próximo miércoles 15 de junio del 2016 en punto de las 19 horas, en la Ciudadela del Arte Centro Histórico de Zacatecas. ¡No falten!


6.06.2016

El cuervo y el zezontle

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota  de Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación. 



Dos aves canoras se postran ante la mirada de dos poetas, sumados en la melancolía. En su porte y en la armonía de sus notas, encierran el reflejo transparente de dos deseos, personalidades y palabras; además del estupor de sus cifras, en lo alto de la singularidad y tradición.  
     Las dos aves están en medianoche o, en perspectiva, los poetas abren sus ojos a los singulares símbolos en la cumbre nocturna. Uno en la debilidad y el cansancio por las reflexiones de un curioso y olvidado volumen, el otro tras la vuelta de las largas caminatas que, en la Zozobra de una luna de junio, anunciarán su última partida.
     The raven (El cuervo) de Edgar Allan Poe se encuentra a poco menos de un siglo de distancia de “Para el zezontle impávido” por Ramón López Velarde. En los títulos se nota la solidez de las aves, en distancia de los poetas que observan. Si el primero se sitúa sobre el busto de Palas, gallardía de la sabiduría, el segundo se mece en cansancios seniles y en la incauta ilusión de damas, orgulloso de una lengua dócil. No hay miedo en sus ojos o en su canto; del silencio al “Nevermore” que increpa a la verdad o del amplio repertorio que no teme a despertar los monstruos de la noche, las aves se muestran en la admiración de los poetas. Y, como el albatros de Baudelaire, sus alas de versos se escriben en arte mayor.
     Para Edgar Allan Poe es la desesperación y el recuerdo de una Leonore que ha partido. El canto de El Cuervo es una explicación de su martirio. Le asola y le derrumba en su extrema melancolía.      

“Prophet!” said I, “thing of evil” –profhet still, if bird or devil!
By the heaven that bends above us –by that God we both adore–
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Leonore–
Clasp a rare and radian maiden whon the angels name Leonore.”
                                                        Quot the Raven, “Nevermore”.

Para el poeta jerezano, el zezontle es un ave en multiplicidad de voces. A su vez, es un espejo de su condición: gallardo, nocturno, de finos y delicados tonos en acentos, aunque virgen y trasgresor.

Es seguro que el pobre cantor, que da su música
a la erótica letra de las lunas de miel,
le aprisionaron virgen en su monte; y me apena
que ignore que la dicha de amar es un galope
del corazón sin brida, por el desfiladero
de la muerte. […]

Las dos voces no logran vencer la circularidad del sueño. Los dos se rinden ante el reflejo de sus otros, señales de sí mismos.