10.31.2017

La muerte de Antonio Núñez de Miranda

Muy noble y leal ciudad: artes y letras del Zacatecas virreinal. Columna Cultural en el periódico Imagen. 



Antonio Núñez de Miranda fue una de las personalidades culturalesdel siglo XVII novohispano. Nació el 4 de noviembre de 1618 y fue bautizado en la parroquia de Fresnillo. Juan de Oviedo –rector del Colegio Real de San Ildefonso– retrató su biografía enVida ejemplar…, impreso en 1701.
Los últimos capítulos del libro son la reconstrucción de la muerte y exequias del fresnillense.La descripción que realiza Juan de Oviedo va de los testimonios, hacia la modelación del Arte del buen morir—tradición medieval iconográfica que indica el modo en que debía fallecer un buen cristiano. 
Juan de Oviedo indica que su vida fue una preparación para su muerte. Así, todas las noches leía o hacía que le leyeran un párrafo del capítulo 23 De meditationemorti, del libro Contemptusmundis…, con el objetivo de: “en aquellas concisas sentencias hallaba saetas que le atravesaban el corazón, y le eran continuo recuerdo para disponerse a bien morir”.
Tal acción la hacía como un memento mori, es decir, un recuerdo de la muerte. Cabe mencionar que en la época del barroco, la muerte era un proceso de trasmutación, en donde el cuerpo no importaba, sino el espíritu. También rezaba diariamente un rosario llamado De la muerte, con la siguiente oración:
Señor mío Jesucristo por los dolores, y tormentos de vuestra santísima pasión, y muerte os suplico, que me des buena vida, y buena muerte; y por el desamparo, que tuviste en vuestra muerte, me ampares en la hora de la muerte.
Su muerte fue anunciada de manera simbólica. Tenía un reloj en el coro de la Purísima, que le servía –ese es su significado en la época– de distribución de tiempo y observancia de los momentos a un lugar superior. Un poco a tientas, por estar ya algo ciego, quiso ajustarlo, ocasionándole un fuerte golpe en la cabeza. El cirujano llegó posteriormente a revisarlo. No era de gran cuidado, sin embargo se dio cuenta de que el jesuita tenía unas grandes cataratas en los ojos. Se las extrajo, con éxito, aunque en la recuperación empeoró.
El 16 de febrero de 1695, miércoles de ceniza en ese año litúrgico, se le suministraron los elementos en razón al Arte del buen morir. Se le puso la ceniza propia del día. Luego, se le dieron los sacramentos. Por la tarde, entró su confesor y le administró el Viático.
Le llevaron la imagen de la Purísima virgen del altar mayor de la capilla, para que le consolara y reflexionara sobre el paso que iba a dar. Al día siguiente, se le dio la extremaunción. En presencia de la imagen de la virgen, murió el 17 de febrero de 1695:“[…] entregó su espíritu en manos de su Creador el primer jueves de Cuaresma […].”

10.23.2017

Por la victoria del Rey y la salud del Príncipe

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas Virreinal, columna cultural en el periódico Imagen. 



Las expresiones de lealtad en la Nueva España se caracterizaron por la reunión de referentes históricos, simbólicos y políticos, que en perspectiva parecían estar alejados. En términos poéticos, Baltasar Gracián llamó concepto a la conexión entre dos puntos equidistantes, siempre amparados hacia un sentido: así la alianza de múltiples elementos por refrendar jerarquías.
Se tienen comparaciones o justificaciones de sentires muy peculiares, no obstante su respeto a la tradición. So pretexto de perennidad a la monarquía, hubo festividades que conjugaron diversos hechos.  
Un ejemplo de lo anterior es el sermón de Juan Ignacio de Castorena Ursúa y Goyeneche Parabien de las letras a las armas…, oración en honor a la victoria de Felipe V en Villaviciosa. El texto fue dedicado al príncipe de Asturias, Luis Fernando (futuro Luis I), impreso por la casa Juan José Guillena Carrascosa en 1712. Fue dictado en asistencia del virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva duque de Linares.
El texto fue parte de las festividades y nueva proclamación por parte de la Real Universidad, en honor de la victoria de Felipe V. La relación de la aclamación, del aparato arquitectónico con sus emblemas, así como los protocolos rituales fue por parte de Baltasar de Alcocer y Sariñana, familiar del célebre poeta y escritor jesuita Isidro de Sariñana.Ambos textos aparecen bajo el título conjunto de Festivo triduo…, con los mismos patrocinadores e impresores.
La oración de Juan Ignacio de Castorena Ursúa viene precedida de un sentir por parte del rector Pedro de Aguilar y Torizer, así como de Baltasar de Alcocer y Sariñana. Ahí, se conjuga el concepto de unión:
El día señalado con cálculo de oro del Nacimiento de Vuestra Alteza, fue el de esta suntuosidad, y en su consecuencia para esta Dedicatoria ha sido como inspiración el ejemplo con que la Católica Iglesia Romana, solemnizando los Natalicios del Rey de los Reyes, del Príncipe de la Paz, y del deseado de las Naciones Jesús, confesando ser la Sabiduría increada, comprensiva de todas las Ciencias, en la fiesta de su Natividad, con primor reverente, Ceremonia devota, arreglada a su primera edad, como que le pusiera la Cartilla en las manos le pone el Abecedario a los ojos, pues el Himno que canta a sus Laude en el Divino oficia, desde la A, es cada letra del Alfabeto, inicial en cada uno de sus Versos, para más estudioso votivo Culto de sus adoraciones.
El asunto es la continuidad monárquica, por la victoria del monarca, además del símbolo de su continuidad: un primogénito varón. El tema simbólico del Abecedario da cuenta de que, aunque fue signado por tres autores, el asunto central era de Castorena y Ursúa, pues antes la utilizó en en el sentir de las exequias a Carlos II.