2.26.2018

El grabado de "Fama y Obras Póstumas..."

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen. 



Una de las características relevantes con respecto a la producción de libros en la Edad Moderna fue la elaboración de grabados. Más allá de hablar de una serie de elementos “decorativos”, se trataron de verdaderos programas iconográficos en donde se explicitaba un mensaje. La emblemática y la Iconografía de Césare Ripa fueron base para la formulación de elementos, obras y formas en diversos títulos.
La reunión de obras de Sor Juana Inés de la Cruz por Juan Ignacio de Castorena y Ursúa, en la edición de Madrid por la imprenta de Manuel Ruiz de Murga, mereció un espléndido grabado al inicio del libro. Publicado en la calle de la Habada en 1700, la imagen se encuentra justo después del primer folio con los datos de la obra.
Al centro del grabado aparece Sor Juana Inés de la Cruz, sosteniendo un libro y una pluma. Está rodeada por laureles y olivos, junto a un lema en moño: “Religiosa Jerónima Sor Juana Inés de la Cruz de Edad 44 en México.” En la parte de abajo, “1651 nació” y “Murió 1695”, indicando así los datos biográficos de la autora.
En la parte de arriba, corona el grabado el escudo de armas de Carlos II. Hay dos querubines que sostienen motivos de Victoria y Fama: el laurel y la trompeta. Con ello se indica la trascendencia y eternidad de la autora.
La parte de abajo es del desliz dinástico de los Austrias. Se encuentra, en la parte central, el escudo de Carlos II con banderas y el vellocino de oro. El heraldo es rematado por un ave volteando a su lado derecha. Por una parte puede representar el águila de los Habsburgo, no obstante, en la dedicación de Juan Ignacio de Castorena y Ursúa se hace énfasis a la alegoría entre Mariana de Austria y Sor Juana Inés de la Cruz como representativas de la eternidad, a partir de su condición y “renacimiento”. De allí que se trate de un Ave Fénix.
Lo anterior se verifica por las herramientas del arte y la sabiduría que se muestran como base de la autora. Por una parte, bajo el mote “Vnde Lix Ardet”, el sol ardiendo con la lira de Apolo, trompetas, notas y folios. Por otro lado, bajo el mote “Inde Nix Lucet”, un globo terráqueo, el caduceo de Mercurio, un violonchelo, un libro y un compás.
La parte central del grabado muestra rasgos interesantes con respecto a formulación de un discurso criollo ya en debate. Como columnas un natural indígena con taparrabo, arco y flecha, representando a América; en correspondencia a un hombre armado de caballero y con túnica de rosas, representativo de Europa. El mote de Carlos V, invertido, “Ultra-Plus”. En El Divino Narciso, América estará ataviada.

2.19.2018

La Conquista de Zacatecas: una mirada de Libertad en 1834

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas Virreinal, columna cultural en el periódico Imagen. 



Es el siglo XIX un periodo de cambios y disertaciones críticas en México. Apenas en sus primeras dos décadas se generaron visiones encontradas de sendas magnitudes en puntos desde la Cádiz atlántica, hasta los rescoldos más apartados de la entonces América española. Además, se conformaron nuevas instituciones y agrupaciones que no fue más que el resultado de un ejercicio intelectual, discursivo, político, cultural y económico.  
La suerte de la soberanía, en su denominación de Antiguo Régimen a nuevos Estados Nación, se transformó, a la par de las visiones de la Historia y sus usos discursivos. Si de la emancipación formal al Imperio del Anáhuac en 1821 significó ya una forma inédita de entender tres siglos anteriores, en menos de quince años otras voces manifestaron y explicaron los reasuntos de la Patria y sus oriundos ciudadanos.
Un ejemplo es Memoria de la conquista de Zacatecas…, escrita por fray Francisco Fexes del Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe. El texto salió gracias a la imprenta de Pedro Piña en 1834. En su portada se muestra el grabado de la diosa Atenea, rodeada de laureles y olivos, sosteniendo en su mano izquierda un escudo con el mote “Libertad”.
La mirada de fray Francisco Fexes con respecto al mundo virreinal es la del uso de la Historia como factor de enajenación ideológica. En este caso, su utilidad es la de dar unidad y fuerza a la patria. Hay un providencialismo con tintes de ilustración, pues distingue que aunque Dios dio naturaleza de entendimiento a todos los hombres, la mayoría queda sumida en la ignorancia. Así observa tanto el pasado prehispánico, como los tres siglos virreinales, que señala ante la conveniencia de los historiadores:
Si éste fatal sistema se planteó en cuanto a todas las ciencias en común, con la mayor escrupulosidad se siguió en lo que tocaba a la historia. Contradecir a esta verdad, es ignorar los medios que en política han adoptado los conquistadores de todo el mundo. Si se permitió a los americanos la lectura de la historia de su conquista, fue solamente en los autores que adulteraron los hechos, ocultaron otros, y negaron los verdaderos: autores que por una plaza de audiencia, silla de coro o empleo militar, prostituyeron su opinión y su pluma.
La visión de la Historia de fray Francisco Fexes tiene un amplio provecho. Ante los devaneos de un Francisco García Salinas en los disímiles tiempos de 1834, la proclama de Libertad es:
Y la verdad, es cosa dolorosa ver entregados a discreción de la polilla tantos papeles que ahora más que nunca necesitamos traer en la mano para levantar sobre los cimientos sólidos, el edificio de nuestra libertad política. […] Esto entregado a un sabio escritor desocupad de otras atenciones; dotados y reglamentados sus trabajos; darían a la nación y a los estados la mayor firmeza y entusiasmo para defender y asegurar para siempre los derechos e integridad de su patria.

2.07.2018

Un poema a la fama de Sor Juana

Muy noble y leal ciudad: Artes y Letras del Zacatecas virreinal, columna cultural en el periódico Imagen. 




Fama y Obras Póstumas del Fénix de México, Décima Musa, poetisa Americana, Sor Juana Inés de la Cruz… es la antología que reunió el jesuita zacatecano Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. El libro tuvo varias reimpresiones, tanto en México, como en España. La recepción de la obra se puede decir que contó con buena lid, pues entregó el perfil más sublime de la jerónima, en tanto que la consagró como mujer de letras.
Además de los pareceres y sentires de la obra, el jesuita zacatecano incluyó una serie de poemas en elogio a la jerónima. En las primeras ediciones, se inicia con el poema don Félix Fernández de Córdova Aragón, duque de Sesa, de Vaena y de Soma, conde de Cabra, Palamós y Olivito, vizconde de Izuajar y perteneciente a la orden de Santiago. No obstante, en la edición por la imprenta de Antonio González de Reyes en Madrid, en el año de 1714, aparece otro poema que da muestra los conceptos del desengaño de la muerte, la fijación de sor Juana como poeta célebre y la amplia recepción de la obra:  
AL DESENGAÑO CON QUE MURIÓ 
LA MADRE JUANA INÉS DE LA CRUZ.
Ya, Juana, sí, que habrás bien entendido
Discípula de Dios, tanta sagrada
Ciencia, que en este Mundo, a luz menguada
Acechó por resquicios tu sentido.
Y aún te habrás de tu fama arrepentido
Al cotejar lo inmenso con la nada,
Viendo, que es la opinión, más celebrada,
Aire, solido menos, de extendido.
¡Dichosa tú! Cuyo mejor concepto
Es el que, en vida, de lo eterno hiciste
Aún venturoso más, de más discreto.
Tanto supiste, al fin, que al fin supiste,
Santificar la envidia a lo perfecto
Y a lo entendido redimir de triste.
El poema es de autor anónimo. Aún no se puede identificar el estilo, como para adjudicarlo a algún escritor de la época, sea novohispano o de la península ibérica. Se trata de un soneto con los requerimientos clásicos de la poesía de la época. Se organiza en sus dos primeras partes de la temática, para concluir en los tercetos.
Los elementos que trastocan los versos tienen que ver con algunos intertextos de la poetisa, elementos culturales de la época y la situación de la que fue señalada. La fama es una ilusión, de ahí que el poema hable del desengaño, que culmina con la muerte. Con todo, tal fama se establece y se redime, no con la eternidad misma de la poetisa en cuerpo o alma, sino con las obras que dejó por su inteligencia. De allí que culmine con la dicha de sus letras, que aún por el señalamiento de otros, en alusión a sus debates, el cual logró “santificar la envidia a lo perfecto / y a lo entendido redimir lo triste.”