5.29.2016

Para tus dedos ágiles y finos: un soneto

Ochos en el piso de la soledad, columna al centenario de La sangre devota por Ramón López Velarde. Con el agradecimiento al periódico Imagen por la publicación.



La escritura poética de Ramón López Velarde se encuentra llena de autorreferencias entre la tradición, el metro y el tema. Su obra poética es una muestra de voces, donde se transita por diferentes modos de versos y poemas. La voz del Modernismo se asoma en las resonancias de una estructura medida, que aflora en imágenes y tonalidades. Así, madrigales, octavas en endecasílabos,  décimas, entre otros, revisten la sonoridad, la imagen y la provincia.
     Si bien, López Velarde mostró actitudes entre la ruptura poética de su época, también consolidó y exploró formas clásicas del verso. Prueba de ello son los sonetos clásicos, frente al soneto en alejandrinos —quien Rubén Darío introdujo por vez primera. El poema clásico del siglo de oro español por excelencia es el soneto. Con ya una larga tradición y formas, venido del dolce stil nuovo italiano, el soneto es una composición de catorce versos de once sílabas –endecasílabos–, divididos en dos cuartetos y dos tercetos. Las rimas, consonantes o asonantes, deben estar en la estructura ABBA.ABBA en los cuartetos, mientras que en los tercetos varía, a razón del poeta. La innovación del alejandrino es el cambio a versos de catorce sílabas.
     En La sangre devota hay tres sonetos en alejandrinos y dos sonetos clásicos. De estos últimos, el primero que aparece es “Para tus dedos ágiles y finos.”; un poema que demuestra tradición, visión de provincia y una simbolización entre las imágenes de los versos y el mismo poema.
     En los dos cuartetos, la voz ofrenda loores a los dedos y manos que aquella mujer de provincia. Su fascinación estética se cifra en la delicada muestra en las labores, el recato sobre la mesa y la fabricación de un pan, que salva y vivifica. En los tercetos siguientes se encuentra la simbolización de la escritura lopezvelardeana, pues el soneto es referencia, cuerpo y tributo:
Para gloria de Dios, en homenaje
a tu excelencia, mi soneto adorna
de tus manos plecaras el linaje,

y el soneto dichoso, en las esbeltas
falanges de tus índices se torna
una sortija de catorce vueltas.

Entonces la acción de escritura y canto es a su vez una imagen que encierra o busca consolidar un compromiso. El conocimiento de la tradición es notorio, pues la ofrenda es un soneto en puesta en abismo, con tres nominaciones personales, hacia el infinito. La primera es, que en gloria de Dios, se entregan los versos en adorno a las falanges. Esto es la dedicatoria que se atisba en un título, que pareciese incompleto, si no es porque se completa con la totalidad del texto. La última es la infinitud del sonido, catorce vueltas de una sortija en compromiso de amor, canto y perennidad.  


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